

- Título: Baumgartner
- Autor: Paul Auster
- Año de publicación: 2024
- Editorial: Seix Barral
- Número de páginas: 264
Baumgartner, un adiós literario que duele reseñar
Baumgartner no es solo el último libro de Paul Auster, es el último aliento de un hombre que supo convertir lo cotidiano en poesía, hilvanando con sumo cuidado aquellos momentos que son capaces de definir una vida. Auster, uno de mis autores más queridos, se fue, pero dejó su alma entre estas páginas, hablamos de las últimas palabra de alguien que sabía que la eternidad se esconde entre las frases bien escogidas. Leer este libro es escuchar su voz por última vez, como quien recibe el abrazo de un viejo amigo antes de verlo desaparecer en el horizonte.
Paul Auster: De un bloque lector a una reconciliación literaria
Hace unos cuantos años, atravesé por uno de esos temidos y molestos bloqueos lectores, meses completos en los que, por más que lo intentaba, ninguna lectura conseguía retener mi atención, cada página era un desierto, y mi mente, siempre ávida de palabras, se dispersaba en mil y una direcciones. Mi animo estaba por los suelos cuando, por casualidad, me topé con Brooklyn Follies, y sucedió lo que ya me empezaba a parecer imposible: me devolvió la pasión por la lectura. Fue como si Auster me hubiera agarrado de la mano para guiarme de vuelta a ese lugar donde la literatura vuelve a ser mágica, un refugio en el que perderse, conocerse y reencontrarse.
Lo primero que hice después fue devorar toda su obra. Me pasé días enteros inmerso en las páginas de sus libros, incluso un día llamé al trabajo fingiendo estar enfermo, solo para quedarme en casa leyendo. No es algo correcto, pero en ese momento, sentía que nada era más urgente que seguir con mi maratón de Auster.
Desde entonces, nunca he vuelto a sufrir un bloqueo lector, no quiero decir que Auster sea una especie de panacea universal para este tipo de crisis, pero en mi caso, su escritura tuvo un efecto terapéutico. Por eso, este libro, para mi, es mucho más que el último de Auster, es también una despedida de ese autor que, en su momento, me rescató de las arenas movedizas de la sequía literaria y me ayudó a entender que la vida no siempre tiene respuestas claras, pero sí momentos, detalles y gestos, que son más valiosos que cualquier verdad absoluta.
Sinopsis Baumgartner
En Baumgartner, Auster nos introduce en la vida de Baumgartner, un escritor y profesor universitario que se encuentra totalmente atrapado en una espiral de duelo y soledad tras la muerte de su esposa Anna en un terrible accidente hace nueve años. Juntos compartieron treinta años de vida unidos, además de por su amor, por la pasión por la cultura y la literatura. La desaparición de Anna no solo acabó con esa vida, sino que dejó a Baumgartner flotando en un vacío emocional con el que no sabe cómo convivir.
Baumgartner vive una vida metódica, centrada en su pasión por la cultura, a pesar de que los fantasmas del pasado lo acompañan constantemente. La imagen de Anna sigue presente en cada rincón de su día a día, como un eco que nunca se apaga, y aunque ha intentado e intenta reconstruir su vida sin ella, cada paso que intenta dar termina en un doloroso tropiezo. El duelo no ha hecho más que profundizarse con el tiempo, y su rutina, antes compartida y llena de sentido, se ha convertido en una sucesión de días grises que transcurren casi en automático.
La novela no es solo un relato sobre el duelo, sino también sobre la batalla interna de un hombre que intenta hacer las paces con su propio pasado y su inevitable futuro. Con la sutileza que caracteriza a Paul Auster, Baumgartner explora los rincones más profundos del ser humano: el miedo a la soledad, la inevitable sombra de la muerte y la forma en que los recuerdos se convierten en la única tabla de salvación cuando todo lo demás parece perdido.
El último baile de un maestro narrador
Paul Auster ha sido siempre uno de esos autores capaces de transformar lo ordinario en algo trascendental, y en Baumgartner, lo vemos hacer gala de ese talento una vez más, aunque con un enfoque algo más íntimo y despojado que en otras de sus obras. Esta no es una historia para quienes buscan grandes emociones o giros sorprendentes, ya que en realidad, se trata de una especie de reflexión pausada sobre lo que queda cuando la vida parece ir desvaneciéndose de forma incontrolada entre las grietas de la rutina y el duelo.
Auster nos presenta a un hombre en su etapa final, aprendiendo a sobrevivir —o quizás solo a sobrellevar— la ausencia. La trama avanza a veces con la misma lentitud que el protagonista, en una historia que tiene mucho de meditativa, a ratos casi estática, pero que consigue transmitir una sutil tensión emocional desde las primeras páginas
La trampa de la memoria ¿bendición o maldición?
Uno de los temas centrales de la novela es la memoria y cómo esta, en ocasiones, se puede converitir en un refugio engañoso. Baumgartner vive más en sus recuerdos que en el presente, aferrándose a los momentos que compartió con Anna pero, como bien sabemos, la memoria es una narradora caprichosa que selecciona y altera aquello que más le interesa. Auster evita el cliché del recuerdo idealizado y nos muestra cómo un hermoso pasado se puede transformar en una auténtica prisión.
La memoria de Baumgartner es al mismo tiempo un alivio y una carga, algo que lo consuela pero que también lo atormenta, y a medida que avanza la trama, nos damos cuenta de que esos recuerdos, tan bellos como parecen, también están llenos de unos huecos y distorsiones que Auster deja entrever con sutileza, permitiéndonos casi sentir esa confusión junto con el personaje.
Baumgartner, un hombre atrapado
Baumgartner es un hombre que, a pesar de que por momentos quiere emerger, se encuentra totalmente hundido, no se puede decir que sea el típico protagonista carismático, ni alguien que inspire simpatía inmediata, se trata de un hombre cansado, que lucha por encontrarle sentido a la vida tras la muerte de su esposa. Auster no tiene prisa en desarrollarlo, lo hace de una forma gradual, permitiéndonos conocerlo a través de sus silencios, de sus rutinas repetitivas, de sus reflexiones y de los pequeños detalles que se nos van revelando con el paso de las páginas.
Al principio, uno puede sentir cierta frustración con el personaje, por momentos da la impresión de que está atascado, que no avanza, pero ahí está el truco: Baumgartner no tiene por qué avanzar. Su historia es precisamente la de alguien que ha perdido el rumbo, y Auster no trata de forzar una transformación, es un personaje tan auténtico como crudo, alguien con quien uno se puede llegar sentir identificado en esos momentos de la vida en que todo parece ir hacia ninguna parte.
El ritmo y la monotonía, el lado más arriesgado
Aunque Auster era un narrador impecable, hay que admitir que Baumgartner tiene momentos en los que la trama parece estancarse. La acción es mínima, las escenas tienden a repetirse, y uno puede sentir que está dando vueltas en círculo. Es cierto que esto refleja la vida interior de Baumgartner, su sensación de estar atrapado en el duelo y la soledad, pero hay veces en las que esa monotonía hace que la lectura se vuelva un poco cuesta arriba
Dicho esto, también es cierto que Auster termina salvando algunos de estos pasajes con destellos de brillantez narrativa y su estilo siempre elegante, preciso y reflexivo. Las ideas que deja caer, las pequeñas reflexiones sobre la vida, la muerte y la memoria, lograron que no abandonara la lectura, aunque la historia no avance de forma evidente, la profundidad del impacto emocional hace que el viaje valga la pena.
Uno de estos momentos, es cuando Baumgartner sueña que Anna le llama por teléfono desde el más allá. Es una bella y emotiva escena cargada de un realismo onírico que nos plantea una serie de interesantes preguntas filosóficas sobre la naturaleza de los sueños y los recuerdos. ¿Hasta qué punto esos mundos creados en nuestra imaginación son reales? ¿No son, en cierta forma, tan palpables como las experiencias vividas en el día a día?.
El estilo austero (nunca mejor dicho)
El estilo de Auster en esta novela, mantiene tanto su pulcritud habitual como su prosa elegante, reflexiva e ingenisoa, aunque también se percibe un estilo algo más sobrio y depurado, parece que ha querido dejar atrás cualquier atisbo de grandilocuencia o artificio, aquí todo se siente desnudo, expuesto, cada palabra parece medida, cada frase tiene su propio peso. Auster no necesita adornos para transmitir la complejidad emocional de su personaje y ha eliminado todo lo superficial dejando tan solo lo más indispensable.
Este es un estilo que a algunos les resultará casi minimalista, pero en realidad está lleno de matices, ya que Auster juega con lo que no dice tanto como con lo que dice. Se trata de un autor que siempre ha confiado en la inteligencia de sus lectores, y en Baumgartner lo hace más que nunca. No te lo da todo en bandeja, tienes que trabajar para desentrañar los significados ocultos, para encontrar las emociones que laten bajo la superficie.
No es la mejor puerta de entrada al universo Auster
Algo importante que quiero señalar es que Baumgartner no es una novela que recomendaría a alguien que quiera introducirse en el universo de Auster por primera vez. Para los seguidores fieles, esta obra es una especie de regalo final, una despedida literaria que encierra muchos de los detalles que hicieron de Auster un maestro. Pero para los novatos, puede resultar un poco difícil de digerir. No tiene la accesibilidad ni el impacto de El palacio de la luna ni la intriga y el calado de La trilogía de Nueva York, ya que aquí, Auster parece más concentrado en explorar la condición humana en su estado más crudo y simple.
Dicho esto, los fans de Auster encontrarán mucho que apreciar en Baumgartner. La familiaridad de su prosa, el tono reflexivo, la precisión con la que aborda temas como el duelo y la memoria, todo está aquí. Pero insisto, no se trata de una novela para empezar, sino más bien para cerrar el círculo, para aquellos que ya han compartido varios viajes literarios con él y están preparados para algo más introspectivo y menos narrativo.
Conclusión
Baumgartner, no es uno de esos libros que te impactan de inmediato, sino que va calando lentamente, como esas lluvias suaves que parecen inofensivas, pero que acaban empapándote por completo. Auster nos entrega una historia que habla de la vida, del dolor de perder a alguien, y de cómo seguimos adelante, aunque sea arrastrando los pies.
No se puede decir obra más accesible, ni la más impactante, ni la más emocionante, pero sí una de las más sinceras, Auster se puso en el lugar del que se queda, sabiendo que se encontraba en la piel del que se va. Para sus seguidores, se trata de un adiós doloroso pero necesario. Para los nuevos lectores, mi consejo es que empiecen por otro lado, pero que, cuando estén preparados, vuelvan a Baumgartner. Aquí, Auster no busca deslumbrarte, solo quiere hablarte de la vida, con todo lo bueno y lo malo que eso implica.
NOTA: 3,6/5
Paul Auster

Paul Auster, nacido en 1947 en Newark fue todo un maestro en darle forma literaria a esas pequeñas casualidades capaces de transformar vidas. Con un estilo elegante, ingenioso y sobrio, aunque repleto de matices, supo construir una espectacular obra en la que explora temas como el azar, la identidad y la soledad. Auster no solo fue aclamado por sus novelas, sino también por su trabajo como ensayista, poeta, guionista y director de cine. Entre sus obras más celebradas destacan La trilogía de Nueva York, todo un clásico moderno, El Palacio de la Luna, La música del azar, Brooklyn Follies, Sunset Park, Tombuctú y El País de las últimas cosas. A lo largo de su carrera, obtuvo premios tan prestigiosos como el Príncipe de Asturias de las Letras y fue finalista del Premio Booker. Su narrativa suele estar poblada de personajes solitarios y reflexivos, con un pie en lo irreal pero siempre aterrizados en una realidad tan reconocible que resulta fácil para quienes alguna vez nos hemos sentido perdidos en el laberinto de la vida conectar con ellos.
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