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El Sueño Eterno de Raymond Chandler, una obra maestra del género negro.

15/12/2024
portada del libro el sueño eterno del Raymond Chandler en la que sobre un fondo de tono rojizo se ve un sombrero negro y la silueta del rostro de un persona aunque sin rasgos
  • Título: El sueño eterno
  • Autor: Raymond Chandler
  • Año de publicación: 1939
  • Editorial: Debolsillo
  • Edición: Septiembre 2013
  • Páginas: 368
Índice

    El sueño eterno, el clásico inmortal de Raymond Chandler.

    Cuando iba al instituto… bueno, creo que sería más apropiado decir: en la época en la que me escapaba constantemente de clase, un compañero que sí asistía y, por lo tanto, era mucho más inteligente que yo, y al que le apasionaba la novela negra casi tanto como las vacaciones de verano, me dejó un par de libros porque, según él, no se respira igual de bien sin leer de forma habitual este género. O algo así me debió decir, ya que su entusiasmo me contagió por completo. Además, todavía no había explorado ese terreno, así que me pareció una oportunidad inmejorable. No recuerdo los títulos ni los autores, pero eran dos tochos de tapa blanda que gritaban best seller desde la portada. Eran extensos, muy extensos, y aunque la primera impresión no fue de amor a primera vista, me lancé con ganas a su lectura.

    A los pocos días, mi entusiasmo se evaporó como un charco expuesto al sol de agosto. Creo que en ninguno de los casos llegué a las cien páginas. Me aburrían de una forma dañina, todo parecía una especie de videojuego en modo campaña, donde un detective con más traumas que certezas iba saltando de un punto A a un punto B, haciendo preguntas y obteniendo respuestas enrevesadas. Sentía que el misterio estaba ahí no para intrigar, sino para liarte, y sin ofrecer nada más. Fue una experiencia tan frustrante que decidí aparcar el género sin mirar atrás.

    Y así siguió la cosa durante un par de años. Había cerrado la puerta y puesto el candado a la novela negra y ni se me ocurría mirar por la mirilla por mucho que tocará a mi puerta… hasta que, un día, paseando por la biblioteca, me crucé con los libros de Sherlock Holmes. No sé qué me llevó a detenerme frente a ellos, especialmente después del fiasco previo con el género, pero terminé cogiendo uno, Estudio en escarlata que, casualmente, era el primero de la saga. Leí la sinopsis, lo abrí y me puse a ojearlo sin demasiadas expectativas.

    Sin embargo, no tardé mucho en darme cuenta de que esto no era lo mismo, ya que en un par de páginas descubrí un estilo fresco, ingenioso, descriptivo pero ameno, y con un punto reflexivo que le daba un carácter muy particular. Definitivamente, parecía algo mucho más interesante que los dos aspirantes a best seller que me habían robado unas horas de mi vida sin darme nada a cambio. Ese día salí de la biblioteca con Estudio en escarlata y con otro clásico del género bajo el brazo: Asesinato en el Orient Express de Agatha Christie. Con estas dos obras, mi percepción de la novela negra comenzó a cambiar, así que decidí quitar el candado y abrir de nuevo la puerta a un género que, esta vez sí, parecía que tenía algo interesante que ofrecerme.

    Poco tiempo después, Raymond Chandler apareció en mi vida con El sueño eterno, novela que no solo me mostró otro nivel del género, sino que me dejó claro que, en buenas manos, la novela negra es mucho más que un entretenimiento, es todo un arte.

    Philip Marlowe

    Y en el epicentro de esta obra me topé con Philip Marlowe, un detective peculiar como pocos, cínico, irónico y, hay que decirlo, machista, algo que inevitablemente refleja la época en la que fue concebido. Pero, a pesar de sus defectos, Marlowe te conquista con su integridad, su afilado ingenio y una brújula moral que, en escasas ocasiones, apunta al norte, pero que funciona en un mundo tan turbio y corrupto que casi parece otro personaje más. Así fue como Chandler y Marlowe terminaron no solo reconciliándome con la novela negra, sino enamorándome de ella. Desde entonces llegaron muchos más, pero Chandler siempre tendrá un lugar especial en mi biblioteca y en mi corazón literario.

    Sinopsis

    Philip Marlowe, un detective privado con más colillas recién apagadas que clientes, es contratado por el general Sternwood, un anciano millonario, confinado a una silla de ruedas, que le encarga lidiar con un chantajista que amenaza con exponer a una de sus dos hijas, Carmen. Pero Sternwood no busca solo un detective, sino alguien que sepa moverse en las profundidades más oscuras de Los Ángeles, alguien que, como Marlowe, pueda acercarse al lodo sin ensuciarse.

    La primera impresión de las hijas del general no promete tranquilidad. Carmen, es una joven impulsiva y peligrosamente seductora, y Vivian, por su parte, es fría, calculadora y tiene una relación un tanto complicada con la verdad. A medida que Marlowe se adentra en el caso, lo que parecía una tarea de rutina empieza a tornarse una situación complicada que incluye jugadores profesionales, pornografía clandestina, matones de poca monta y un misterio aún más oscuro: la desaparición de Rusty Regan, el yerno del general y esposo de Vivian, quien desapareció sin dejar rastro meses atrás.

    Con su característico ingenio y una capacidad asombrosa para esquivar balas (y problemas), Marlowe recorre los rincones más oscuros de la ciudad, siguiendo pistas que parecen acercarlo más a la verdad, pero que también lo enfrentan a más peligros como asesinatos, traiciones a quemarropa y secretos que amenazan con destruir a cualquiera que los desvele. Mientras tanto, la tensión entre Marlowe y las hermanas Sternwood —que lo desean por razones que nada tienen que ver con la investigación— complica aún más un caso que ya roza lo incontrolable, pero que deja una cosa muy clara: el dinero y el poder pueden comprar casi todo, excepto la integridad de un detective como Marlowe.

    El estilo de Raymond Chandler

    Uno de los aspectos que más me fascina del estilo que emplea Chandler, y esta obra no es una excepción, es cómo consigue transformar lo cotidiano en algo memorable gracias a sus minuciosas descripciones. Tiene ese punto perfecto entre lo visual y lo ingenioso, con un humor seco e irónico que es capaz de arrancarte una sonrisa incluso en los momentos más sombríos. Otro detalle que me encanta es cómo Chandler logra un equilibrio único entre lo crudo y lo poético, con una prosa que tiene momentos de una sensibilidad impresionante, pero que nunca pierde esa dureza tan característica de la novela negra. Creo que esa es parte de su magia, ya que te hace reflexionar mientras te va atrapado en una trama que no cesa de moverse. Y no puedo dejar de mencionar sus ingeniosas metáforas. No son, ni por asomo, las típicas o previsibles, sino esas comparaciones que te pillan desprevenido y te hacen pensar: «¡Caray, qué genial es esto!».

    Los personajes, incómodos y magneticos

    Los personajes de Chandler, al igual que en el resto de su obra, son mucho más que simples engranajes en una trama compleja, son retratos de una sociedad rota. Philip Marlowe, con su código moral personal y su lengua afilada, no es un héroe tradicional, pero es imposible no admirar su astucia y determinación. Aun así, puede resultar algo incómodo debido a su machismo y su forma de tratar a las mujeres que, lamentablemente, son un claro reflejo de los valores de su tiempo.

    Las hermanas Sternwood, por su parte, son dos personajes tan interesantes como logrados, que representan dos caras de la decadencia. Carmen, con su personalidad infantil y autodestructiva, y Vivian, con su frialdad manipuladora. Incluso los personajes secundarios, como los matones y los dueños de negocios turbios, están dibujados con una precisión casi quirúrgica que los hace inolvidables, aunque en ocasiones su presencia sea breve. En cada esquina del relato, Chandler introduce figuras que resultan auténticas e inquietantes y que ayudan a construir el mundo que nos pretende transmitir, donde la moral es un lujo que muy pocos pueden permitirse.

    ¿Vale la pena?

    El sueño eterno es una novela oscura, compleja y, a veces brutal, pero está escrita con una elegancia que la aleja bastante de otras historias de detectives. Es, en el fondo, un libro sobre las fallas humanas tales como la ambición, la codicia y las mentiras que contamos para sobrevivir en un mundo hostil. Si te gusta la prosa elaborada, los diálogos cargados de ingenio, un retrato fiel de una época y su moral y buscas algo más que un simple caso por resolver, te aseguro que esta obra es para ti. Dicho esto, también puede resultar una lectura incómoda para algunos, especialmente debido a sus representaciones de género y raza, propias de los años treinta. Pero si puedes aceptar estos elementos como producto de su contexto, El sueño eterno tiene mucho que ofrecer, desde una trama enrevesada hasta un personaje inolvidable como Marlowe.

    Raymond Chandler

    Imagen de perfil del escritor Raymond Chandler con una pipa de fumar en la boca

    Raymond Chandler nació el 23 de julio de 1888 en Chicago, Illinois, Estados Unidos. Fue hijo único de un ingeniero alcohólico y una madre irlandesa, con quien se mudó a Inglaterra tras la separación de sus padres. Allí, Chandler recibió una educación de élite en Dulwich College, una institución conocida por su excelencia académica, que más tarde también formaría a figuras como P. G. Wodehouse. Aunque Chandler mostró un temprano talento literario, optó por trabajos diversos, incluyendo periodismo y traducción, antes de regresar a Estados Unidos en 1912.

    En su juventud, Chandler se enroló en la Canadian Expeditionary Force y sirvió durante la Primera Guerra Mundial. Tras su regreso, se estableció en California, donde trabajó en la industria petrolera como ejecutivo. Sin embargo, su carácter complicado y su adicción al alcohol le costaron el empleo, lo que lo llevó a replantearse su vida profesional a los 44 años. Fue entonces cuando decidió dedicarse a la escritura y comenzó publicando relatos en revistas pulp como Black Mask.

    En 1939, publicó su primera novela, El sueño eterno, que marcó el debut de su icónico detective privado, Philip Marlowe. El éxito fue rotundo, y Chandler pasó a consolidarse como una de las grandes figuras de la novela negra. A partir de ahí, siguieron obras memorables como Adiós, muñeca (1940), La ventana siniestra (1942), La dama del lago (1943), La hermana pequeña (1949) y El largo adiós (1953), considerada su obra más profunda y madura.

    La vida personal de Chandler, sin embargo, estuvo marcada por dificultades. Su relación con su esposa, Cissy, quien era 18 años mayor, fue intensa pero complicada. Su muerte en 1954 dejó a Chandler en una profunda depresión, agravando su alcoholismo y llevándolo a una existencia solitaria. Falleció el 26 de marzo de 1959 en La Jolla, California. Raymond Chandler no solo transformó la novela negra, sino que la elevó a un arte literario gracias a su prosa elegante, a sus diálogos ingeniosos y un estilo con el que retrataba con auténtica maestría las sombras de Los Ángeles. Su influencia perdura, y sus obras siguen siendo imprescindibles para cualquier amante del género y de la buena literatura.

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