

- Título: Bloody Mary
- Autora: Loreto Sesma
- Año de publicación: 2025
- Editorial: Suma
- Páginas: 232
Museo del amor diseccionado
Bienvenido.
Esta exposición es solo para gente emocionalmente funcional… así que pase sin miedo: nadie cumple ese requisito.
Póngase cómodo. O no. La incomodidad es parte de la experiencia estética y del matrimonio, así que va todo en el pack.
Sala 1 — Matrimonio: instalación de estabilidad ficticia
Pieza central: Amor con contrato y expectativas a juego.
A simple vista, un cuadro feliz: dos adultos responsables, mucha madurez emocional y un futuro juntos lleno de… burocracia emocional y silencios bien planchados.
Acerque la nariz y disfrutará del aroma:
una mezcla entre cariño auténtico y la sospecha constante de que quizá, solo quizá, la estabilidad es una forma sonriente de resignación.
(Tranquilo, si siente un pinchazo al identificarse, el museo ofrece hielo. Para la conciencia no, para la cara: la bofetada de realidad puede ser fuerte.)
Sala 2 — Deseo: obra interactiva para adultos sensatos que se portan mal
Instalación principal: Tentación con apellido y horario flexible.
Aquí la gente suele decir frases como “Eso jamás me pasaría a mí” mientras se muerde la lengua hasta sangrar.
Aviso:
Esta sala provoca efectos secundarios como sudor moral, latidos sospechosos y esa frase que nadie admite en voz alta:
¿Y si yo también tengo derecho a querer más?
Por favor, no toque las piezas.
Bueno, tóquelas.
Nadie vino hasta aquí para fingir decencia.
Sala 3 — Culpa: laberinto permanente sin salida de emergencia
Bienvenido al parque temático favorito de los adultos funcionales con educación sentimental ambigua.
Aquí encontrará espejos que devuelven esa versión de usted tan madura, tan correcta, tan… incapaz de respirar fuera del deber.
Audio ambiental:
Reproches en susurro, responsabilidad emocional mal entendida y esa vocecita que la sociedad implanta de serie en las mujeres para que se sientan incorrectas cuando eligen vivir en vez de obedecer.
Duración de la visita:
Ilimitada. La culpa no caduca. Ni aunque quieras.
Salida — Tienda de recuerdos emocionales
Souvenirs disponibles:
- Culpa reciclable
- Nostalgia afilada
- Certidumbre incómoda envuelta en celofán poético
- Y la joya de la casa:
esa intuición de que quizá merecías algo más, aunque nadie te lo enseñó
No se aceptan cambios.
El crecimiento personal no trae ticket.
Bloody Mary
Si ha sobrevivido a esta visita guiada por las ruinas hermosas del amor civilizado y el deseo indisciplinado, estás preparado para entrar en las páginas de Bloody Mary, la primera novela de la poeta Loreto Sesma. Una obra donde el matrimonio no es condena ni paraíso, sino zona gris con grietas; donde el deseo no es pecado, sino síntoma; y donde la culpa es un idioma aprendido a golpes. Aquí la comodidad es un mito moderno, como el amor perfecto o la bandeja de entrada a cero. Si has llegado hasta este museo, probablemente ya intuyas que la estabilidad emocional es un invento bonito… y bastante sospechoso.
Sinopsis
Penélope y Galo llevan años juntos, instalados en una rutina que hace tiempo dejó de ser refugio para convertirse en un territorio frío y silencioso. El detonante llega un día en el que Penélope encuentra un pintalabios olvidado en el coche de su marido. Ese pequeño objeto, tan inocente como devastador, abre una brecha de sospechas que la obliga a mirar de frente el desgaste emocional de su matrimonio y la distancia que se ha instalado entre ellos.
Mientras intenta descifrar si ese pintalabios pertenece a otra mujer, y si esa mujer podría ser una de sus amigas más cercanas, Penélope revisita el origen de su historia con Galo. Evoca la juventud, los primeros deseos, los descubrimientos íntimos, los miedos heredados y la vida familiar que la formó. Ese viaje al pasado convive con su presente, formado por un trabajo que no la llena, un hogar convertido en espacio compartido por inercia y un marido que cada vez regresa más tarde (cuando lo hace), para dormir, casi siempre, en el sofá.
Sola en su propia vida y atrapada en un matrimonio que parece desmoronarse sin hacer ruido, Penélope comienza a beber cada día un poco más. Ante sus compañeros de trabajo mantiene la fachada de una relación perfecta, pero por dentro lucha contra un vacío creciente. Hasta que una noche, tras ser plantada por una amiga, se emborracha en un bar y conoce a un hombre. El encuentro, impulsivo y confuso, marca un punto de ruptura, ya que más que deseo, es un intento desesperado de sentirse viva.
A partir de esa noche, Penélope adopta el nombre de Roma como máscara y regresa al bar una y otra vez. Bebe, se deja llevar, se acuesta con distintos hombres y se agarra a esa identidad improvisada como una vía para despertar, para recuperar el cuerpo, la voz y la presencia que creía perdidas. Entre cada desliz y cada copa, enfrenta la herida abierta de su matrimonio, el peso de sus decisiones y las preguntas sobre quién es, quién fue y quién podría llegar a ser. A medida que Penélope se hunde —con copa en mano y autoestima en modo “saldo final”—, descubre que tal vez no se trata solo de Galo, ni de la rutina, sino que se trata de ella, de todo lo que dejó de ser mientras jugaba a la vida perfecta. Y en esa metamorfosis nocturna en la que firma como Roma, tropieza con versiones nuevas y versiones rotas de sí misma. Algunas duelen, otras empoderan, y muchas… bueno, muchas llevan resaca. El final de la novela no es un estallido dramático ni un sermón moral, pero sí un guiño asombroso —uno de esos que te hace cerrar el libro un segundo para procesar y preguntar: ¿y ahora qué?.
Estilo
A Loreto Sesma la llevo tiempo admirando como poeta, ya que tiene esa capacidad de construir emociones con precisión de orfebre y, al mismo tiempo, con una fragilidad preciosa, así que tenía muchas ganas de enfrentarme a su primera novela. Y, desde las primeras páginas, confirmé algo que ya intuía, y es que Loreto escribe como quien respira, con un estilo muy íntimo, muy suyo, capaz de moverse entre lo cotidiano y lo filosófico sin que se note el esfuerzo. Esa elegancia que en poesía le funciona tan bien se traslada aquí a la narrativa con una naturalidad sorprendente.
Su prosa es introspectiva y honesta, pero nunca cae en lo melodramático; todo lo contrario, respira verdad y un pudor delicado. Me gusta esa manera de sugerir en lugar de señalar, de lanzar una idea y dejar que seas tú quien la mastique; un gesto de respeto hacia el lector que, personalmente, agradezco. Y aunque la historia avance a veces con una calma casi subterránea, hay una pulsación emocional constante, una especie de temblor que acompaña la narración desde dentro y que le da vida incluso a los silencios.
Ahora, si me pongo un poco técnico —y ya sabéis que a mí me gusta bajar al detalle—, diré que la estructura interna está muy apoyada en la voz de la protagonista. Bloody Mary es, ante todo, un viaje interior, y por eso Sesma apuesta por un enfoque muy centrado en la percepción subjetiva, el recuerdo, el pensamiento que se derrama. Funciona porque la voz está trabajada, porque es creíble, compleja y contradictoria, y porque Loreto sabe llevarnos de la mano sin explicarlo todo —algo que parece sencillo pero que no lo es en absoluto.
Aunque si tengo que poner un pero, y esto lo digo porque de verdad me habría encantado que explotase aún más su potencia, es que el final se precipita ligeramente. No arruina nada, ni mucho menos, pero sí deja la sensación de que la historia podría haber respirado mejor en ese tramo final. De hecho, es de esos libros en los que notas el talento de la autora y, precisamente por eso, te quedas con ganas de un pelín más de hondura, de espacio, de desarrollo. Ese “esto podía haber sido todavía más grande” no es una crítica dura, sino un elogio encubierto.
En definitiva, y dicho desde el corazón lector, Loreto tiene una voz narrativa poderosa, sensible y afilada. Aquí demuestra que su sensibilidad poética no solo sobrevive en la novela, sino que la enriquece, y aunque esta historia sea pequeña en extensión, tiene alma y tiene verdad. Y eso, al final, es lo que más importa.
Personajes
En cuanto al trazado de personajes, la obra descansa casi por completo en la voz y el mundo interior de Penélope, y después, también, en esa máscara llamada Roma. Su flujo de conciencia, sus recuerdos, sus grietas, su forma de observar y de justificarse, sostienen toda la novela. Loreto acierta al construirla desde la contradicción, vulnerable pero orgullosa, perdida pero aferrada a una ilusión de control, lúcida y autocrítica pero capaz de autoengañarse con una elegancia magistral. Esa complejidad emocional —esa textura mental tan reconocible— hace que no sintamos la necesidad de saltar a otros puntos de vista; la novela se siente completa dentro de la cabeza de Penélope.
Los personajes secundarios cumplen su función narrativa sin reclamar protagonismo. Galo destaca como presencia y ausencia a la vez, casi un eco emocional que se agranda precisamente por lo poco que dice y lo mucho que significa. El resto —sus amigas, los desconocidos del bar, las figuras que orbitan alrededor del derrumbe íntimo de la protagonista— aparecen como fragmentos que entran y salen, necesarios y bien medidos. No hay intención de profundizar en ellos, y no hace falta, puesto que esta no es una novela coral, sino un estudio minucioso de una mente en tránsito, en duda y en fuga. Y, en ese formato, Penélope/Roma brilla con luz propia, ocupando cada espacio del relato con su voz clara, contradictoria y dolorosamente humana.
Conclusión
Bloody Mary es una obra que toca en esa zona incómoda donde la lucidez se mezcla con la memoria y, si te despistas, terminas reconociendo más de lo que te gustaría. Venía admirando a Loreto Sesma como poeta y tenía curiosidad genuina por su salto a la narrativa. Y lo que me he encontrado aquí no es simplemente una buena primera novela, sino la escritura de alguien que entiende que la vida no siempre se explica, a veces solo se sostiene, a veces se resiste y a veces se desboca.
Lo que más me ha gustado no es lo que cuenta, sino cómo lo cuenta. Hay una honestidad íntima, una humillación elegante, una crudeza que no busca exhibir heridas sino mirarlas, sostenerlas, hacerles sitio. Nada de golpes de pecho ni pornografía emocional, sino dolor sin pose y duda sin dramatismo. Una especie de temblor narrativo que avanza con la calma del que sabe que, tarde o temprano, la verdad tiene mejor puntería que el juicio.
Y aun así —o quizá por eso— quedé con hambre. No por falta de calidad, sino por exceso de posibilidad. Es una novela que podría haber sido más grande, no en páginas, sino en expansión emocional, en tiempo para digerir, en espacio para que el vértigo respirara más ancho. El tramo final corre, se precipita, casi como si la autora también sintiera miedo de quedarse demasiado dentro de ese espejo que ha construido. Y te entiendo, Loreto, ya que hay habitaciones interiores que no se recorren sin pagar un precio. Pero qué novelón habría sido si se quedaba ahí un poco más.
Eso no es una crítica devastadora; es, de hecho, un elogio incómodo, puesto que esta novela tiene la potencia de quien puede ir más lejos. Y yo, que soy lector voraz y desconfiado, prefiero una obra que prometa vértigo a una que se conforme con la corrección aséptica.
Bloody Mary es una novela sobre el momento en el que te das cuenta de que continuar igual es otra forma de morir, pero cambiar implica romper algo que aún late. Y eso no se resuelve con moralejas, ni con finales cerrados, ni con aplausos interiores. Se resuelve como aquí, con una pregunta suspendida en el aire y la intuición de que, digas lo que digas, ya no volverás a ser la misma persona que empezó la página uno.
Yo la recomiendo. No para quien busca entretenimiento, sino para quien busca compañía en sus contradicciones. Para quien sabe que crecer no es avanzar, es despojarse. Y para quien, como yo, valora más el riesgo honesto que la perfección sin alma. Brindo por eso. Y por descubrimientos literarios que no tranquilizan, sino que despiertan. Los necesitamos más que nunca.
NOTA: 4/5
Loreto Sesma

Loreto Sesma (Zaragoza, 1996) es escritora y poeta. Comenzó compartiendo su obra en plataformas digitales, donde su voz íntima, emocional y contemporánea captó la atención de miles de lectores y sentó las bases de una comunidad fiel. Su debut literario llegó a una edad temprana y, desde entonces, ha desarrollado una trayectoria marcada por la sensibilidad, la introspección y un manejo del lenguaje que combina sutileza, filo y vulnerabilidad.
Autora de títulos como Naufragio en la 338, Sesma se ha consolidado como una de las voces jóvenes más destacadas de la poesía española reciente. Sus versos, son profundamente emocionales y a menudo atravesados por temas como el amor, la identidad, la pérdida y la reconstrucción personal
