

- Título: Vaim
- Autor: Jon Fosse
- Año de publicación: 2025
- Editorial: Random House
- Páginas: 168
Parte meteorológico del ánimo para lectores expuestos a Vaim
Hoy, en la franja emocional de quienes se adentren en Vaim, se prevén bancos densos de memoria desplazándose desde el noreste del pasado, con tendencia a asentarse en zonas vulnerables del pensamiento. Se estima una caída brusca de claridad temporal, con episodios intermitentes de superposición entre lo vivido, lo imaginado y lo que quizá nunca ocurrió.
Los servicios internos de vigilancia recomiendan extrema cautela ante llamadas nocturnas o golpes en la puerta, ya que podrían no corresponder al presente. Se registran mareas lentas de nostalgia, capaces de arrastrar decisiones antiguas hacia la superficie sin previo aviso.
En áreas cercanas al corazón se anticipan ráfagas de lo no dicho, que podrían provocar fluctuaciones leves de melancolía y un aumento moderado del deseo de corregir lo irreversible.
Los expertos señalan que estas condiciones no constituyen una alerta de peligro, sino un fenómeno atmosférico recurrente cuando el lector atraviesa territorios dominados por voces internas en estado de deriva.
No se descartan apariciones de afectos fantasmales, ni la presencia de figuras que habitan un punto impreciso entre la memoria y el presentimiento. Permanecer atentos, puesto que la frontera entre vivos y muertos experimentará variaciones de visibilidad a lo largo del día.
Fenómeno asociado:
VAIM, última perturbación literaria registrada por Jon Fosse, capaz de alterar el tiempo anímico con mínimas partículas de silencio.
Vaim de Jon Fosse
Llegué a Vaim sin haber leído antes nada de Jon Fosse, el ganador del Nobel de Literatura 2023. Lo tenía archivado —como tantos otros— en esa lista interminable donde los libros se van acumulando como pasajeros de un tren que nunca acaba de llegar. Y sin embargo, aquí estoy, tras haberlo leído casi de un tirón, con esa sensación extraña de haber entrado en un clima literario que no se parece del todo a nada… y a la vez me sonaba familiar, como si ya hubiera estado allí en algún sueño antiguo.
Te adelanto que caerán más libros de Fosse, de hecho, Vaim es la primera parte de un trilogía, que, si el tiempo no lo impide, acabará pasando por mis manos. Su atmósfera me atrapó con esa mezcla de niebla, silencio y presencia fantasma que parece flotar entre líneas. Hay algo en Vaim —ese tempo lento, esa cadencia quebrada, esa voz que habla desde un lugar casi fronterizo entre la vida y otra cosa— que me llevó, inevitablemente, a recordar Pedro Páramo de Juan Rulfo.
¿Se parecen?
En cierto sentido, sí. No en lo argumental, sino en lo sensitivamente esencial, ya que ambos crean un espacio suspendido, una especie de aldea existencial donde lo real, lo recordado y lo imaginado respiran al mismo ritmo. Rulfo lo hacía desde la tierra seca y la muerte que habla; Fosse, desde el silencio noruego y la presencia inquietante de algo que no termina de tomar forma.
Pero en esa atmósfera de voces que parecen venir de más lejos que uno mismo, de espacios que están y no están, sí… ahí se rozan. Y así, casi sin darme cuenta, Fosse ha pasado de la lista de espera a ese estante interior donde uno coloca a los autores a los que sabe que volverá. Por cierto, si has llegado hasta aquí por que te gusta leer sobre los ganadores del nobel de literatura, aquí te dejo el enlace al artículo que hice sobre el último ganador László Krasznahorkai https://vocesdelibros.com/laszlo-krasznahorkai-nobel-de-literatura/
Sinopsis
Vaim se desarrolla en torno a tres voces masculinas cuyas historias están unidas por un mismo lugar, el pequeño pueblo noruego de Vaim, y por la figura de una mujer llamada Eline. La novela está construida como una única frase continua dividida en tres partes, cada una narrada desde una perspectiva distinta.
En la primera parte, Jatgeir viaja en su pequeño bote desde su localidad hacia Bjørgvin (Bergen) con la intención de comprar una aguja y un carrete de hilo negro para coser un botón. Durante el trayecto y su estancia allí, rememora viajes similares de su juventud y reconoce que esas visitas a Bjørgvin quizá eran solo una excusa para volver a los lugares donde buscaba compañía en las tabernas. Su recorrido lo lleva también a la isla de Sartor, donde revive el recuerdo de un amor adolescente nunca confesado. En el muelle, se encuentra con Eline, la joven de la que estuvo enamorado, quien le pide que la acompañe.
La segunda parte está narrada por Elias, amigo de Jatgeir. En su casa de Vaim, Elias escucha que alguien llama a la puerta y se pregunta si podría tratarse de Jatgeir, a quien no ve desde hace más de un año. Elias percibe a Jatgeir como si aún estuviera cerca, aunque sabe que ya no puede estarlo, y esa ambigüedad convierte la escena en una suerte de aparición o eco que no termina de explicarse.
La tercera parte está narrada por Frank, también llamado Olaf. En ella recuerda su primer encuentro con Eline y la relación que mantuvo con ella tiempo después. Su relato muestra otra conexión con los hechos narrados en las secciones anteriores.
Las tres historias se articulan alrededor de estos tres hombres y de Eline, personaje central para cada uno de ellos, así como del entorno común de Vaim y sus alrededores.
Estilo
Leer Vaim ha sido como entrar en una corriente de conciencia donde la narración se deslizaba sin obstáculos, ya que no hay puntos en la obra, ni seguidos ni al final de las frases; sin embargo, esa ausencia total de signos de cierre no me molestó, al contrario, me ayudó a sumergirme más profundamente en esta propuesta onírica y meditativa, a perderme en ella como quien flota en una marea que arrastra recuerdos, pensamientos y fantasías en un flujo continuo. Fosse ha escrito Vaim como si la mente de sus personajes se extendiera en tiempo real, donde lo vivido, lo imaginado y lo recordado se mezclan sin límites claros, y esa extensión de la frase crea un ritmo hipnótico que atrapa y no suelta.
Su lenguaje es profundo y tranquilo, pero al mismo tiempo ingenioso, puesto que combina la sobriedad de lo noruego con destellos brillantes de percepción, y una oscuridad sutil que nunca resulta opresiva, sino envolvente, permitiendo que cada pensamiento, cada evocación, se perciba con la densidad de lo íntimo y lo universal a la vez. Las repeticiones, los desplazamientos entre presente y memoria, y la manera en que los recuerdos se filtran sin aviso en el flujo narrativo generan un efecto de ensimismamiento total, ya que uno no lee simplemente la historia, sino que se convierte en testigo del modo en que los personajes la viven y la recuerdan.
Aunque cada sección cambia de narrador, la sensación de continuidad se mantiene gracias a ese monólogo interno que se prolonga, que oscila, que respira, y que hace que la estructura tripartita no rompa el hechizo, sino que lo amplifique, mostrando un universo donde la temporalidad es flexible y donde cada voz aporta un matiz distinto al mismo flujo de conciencia. Fosse consigue, así, que la narrativa se sienta simultáneamente precisa y difusa, melancólica y luminosa, en la que cada giro del pensamiento, cada evocación, se experimenta con intensidad y claridad, incluso cuando la línea de la frase nunca termina.
Leer Vaim es entregarse a esa voz continua, dejar que la ausencia de puntos marque el ritmo y entender que lo que se pierde en claridad formal se gana en inmersión emocional y filosófica, un estilo que es, a la vez, oscuro y brillante, ingenioso y contemplativo, y que convierte la lectura en una experiencia casi meditativa, profunda y absolutamente única.
Conclusión
Vaim me dejó con la sensación de haber flotado dentro de un sueño cuidadosamente construido, donde cada frase, cada vuelta del pensamiento, me ha arrastrado sin resistencia hacia un lugar extraño y familiar a la vez, y donde he comprendido que la novela no se trata de lo que ocurre, sino de cómo ocurre, de cómo la memoria y el deseo, la soledad y la compañía, se entrelazan hasta formar un paisaje emocional que es a la vez íntimo y colectivo. No puedo evitar pensar en la precisión con la que Fosse convierte lo cotidiano en un territorio casi sagrado, con gestos mínimos que se expanden hasta contener la totalidad de la experiencia humana, como si en cada acto insignificante se alojara un universo entero de recuerdos, arrepentimientos y silencios.
Me atrapó la forma en que los personajes circulan entre sí y a la vez permanecen aislados, cada uno sosteniendo su propio flujo de conciencia, y cómo Eline, sin apenas moverse del centro, altera los destinos, los recuerdos y las emociones de quienes la rodean, convirtiéndose en eje y espejo de todas las vidas que rozan la suya. Y mientras leía, sentía que incluso los huecos, los silencios y las dudas que atraviesan sus monólogos interiores tenían peso y se prolongaban dentro de mí, ya que Vaim no solamente se lee con los ojos, sino con todo el cuerpo y la memoria, mientras aprendemos a percibir los tiempos que se solapan, los afectos que persisten más allá de la presencia física y los fantasmas que no son otra cosa que la impronta de lo que nunca se dijo, de lo que nunca se vivió del todo.
Lo confieso, entré en esta lectura sin expectativas, con la lista interminable de autores pendientes vigilándome desde un rincón de mi escritorio, y salí deseando devorar más de Fosse, consciente de que este primer contacto es apenas un umbral, una introducción a un universo donde la paciencia se recompensa con una claridad interior que no se encuentra en narraciones más convencionales. Vaim es, para mí, la prueba de que un libro puede ser a la vez un espejo y un laberinto, y que a veces, perderse entre frases interminables y recuerdos suspendidos es la única manera de comprender que la literatura tiene el poder de hacer que lo vivido, lo recordado y lo imaginado convivan juntos como si fueran uno solo.
NOTA: 4,1/5
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