

Los libros que Don Quijote leería en pleno siglo XXI – Parte 1
Saludos, lector improbable.
Si has llegado hasta aquí, permíteme ofrecerte mis condolencias, no por tu salud mental, aunque eso también, sino porque es muy probable que tú también pertenezcas a esa especie en extinción de espíritus confundidos, idealistas sin remedio, extravagantes funcionales, melancólicos vocacionales o, como le gusta decir a la gente bien peinada y mejor programada, inadaptados.
Me presento, soy Don Quijote de la Mancha.
Sí, ese. El de los molinos, las lanzas y las ideas descabelladas. El que os enseñaron a leer en la escuela para que os rierais de mí, y no de vosotros mismos. El loco oficial, el bufón con armadura, el meme literario de hace cuatro siglos. Según los escribas, fui un pobre hidalgo que perdió el juicio por leer mucho y dormir poco. Dicen que confundí molinos con gigantes y labradoras con princesas. ¡Já! Ellos, los cuerdos, son los que hoy confunden bancos con templos, pantallas con profetas y políticos con sabios. Los que confunden productividad con virtud, sarcasmo con inteligencia y conformismo con madurez. ¿Y yo soy el loco? Permitidme que me ría —a carcajadas, si me da la gana— montado en mi Rocinante de tinta.
Porque mirad, el mundo nunca me comprendió, aunque no les culpo. Hace mucho tiempo que la gente dejo de entender nada que no esté envuelto en plástico, disponible en 24 horas o respaldado por una marca. Y ahora, viven inmersos en una realidad tan perfectamente estúpida que ni siquiera se dan cuenta de su ridiculez. Vivís en un tiempo donde el sueño ya no se mide por las estrellas, sino por los likes, donde el valor de una idea se decide por “me gustas” de perfectos desconocidos, donde se habla más con máquinas que con la propia conciencia, donde el algoritmo decide por vosotros qué leer, qué ver, qué desear, y hasta qué odiar.
Y encima os reís de mí porque hablaba solo, montado en un jamelgo. Al menos Rocinante no me obligaba a pagar suscripción para seguir cabalgando, ni interrumpía el viaje para pedirme que valorara su servicio con cinco estrellas. Los locos de hoy no llevan armadura, llevan auriculares y ansiedad, no luchan contra gigantes, los ignoran hasta que les pasan por encima, no rescatan doncellas, las deslizan hacia la izquierda en sus teléfonos. Y a los que aún sueñan, los mandan al psicólogo, que son personas educadas en el egoísmo, preparadas para quererse solo a sí mismas y empeñadas en convencer a los demás de que hagan lo mismo. Fomentando la falta de empatía con palabras suaves, olvidando que lo más importante no es el amor que te das ni el que recibes, sino el que das. Porque si no das, nadie te lo dará. Y si nadie lo da, se acaba el juego.
Encima, cuando alguien se atreve a imaginar un mundo distinto, un mundo menos feo, menos idiota o menos miserable, lo etiquetáis de loco, utópico, antisocial o, peor aún, creativo. Condescendencia disfrazada de elogio. En mis días, al menos me llamaban “chalado” sin anestesia. Agradezco la franqueza.
Ha pasado mucho tiempo y ya no me queda armadura, el yelmo se ha oxidado y el caballo hace tiempo que duerme entre páginas. Pero aún tengo libros, y con ellos, una lanza invisible con la que combato la mayor amenaza de este siglo, que no es otra que la estupidez autosatisfecha. Porque, aunque os sorprenda, hay libros modernos que aún respiran, y no hablo de manuales de autoayuda con más azúcar que una feria, ni de esas novelas escritas para ser adaptadas por Netflix y olvidadas por el lunes siguiente. No. Hablo de libros con alma, con voz, con rabia, con ternura y, sobre todo, con verdad.
Libros escritos por otros locos que, como yo, no encajan, no obedecen, no se adaptan. Personajes que fracasan con estilo, que se levantan sin aplausos, que aman sin manual, que sufren sin Instagram. Caballeros vencidos, sí, pero que aún cabalgan. En mi nueva biblioteca no encontraréis héroes con espadas, sino con mochilas rotas, gafas empañadas y corazones agrietados. No llevan armadura, ni tienen escudero, ni se baten en duelo al amanecer. Pero hacen lo más difícil, que no es otra cosa que sobrevivir al sinsentido sin volverse completamente idiotas.
Sé que todo esto puede parecerte exagerado, dramático o fuera de lugar. Pues enhorabuena, esa es la idea. Llamadme anticuado, pero sigo creyendo que un buen libro debe dejarte inquieto, emocionado, con dudas, o al menos menos tonto que antes de abrirlo. Y, sobre todo, debe enseñarte cosas que el mundo se esfuerza en borrar, como que ser raro no es un error, que sentir mucho no es una enfermedad, y que imaginar otro mundo posible no es una pérdida de tiempo, sino la única forma de no convertirse en uno más de los cuerdos idiotas que ríen cuando les mandan, compran cuando les dicen, y votan lo que les ofrecen.
Así que aquí me tenéis, siglos después, sin escudero, sin armadura y sin fe en la cordura ajena, recomendando libros a desconocidos en un rincón digital de este siglo hiperveloz, profundamente aburrido y lleno de corazones rotos y almas perdidas. Si ese es tu caso, además de estos libros, también puedo recomendarte que visites la web https://caminandoconsonia.es/ donde Sonia Gonsalves, licenciada en biología, coach emocional, escritora de cuatro libros publicados y capitana de un canal de YouTube llamado Caminando con Sonia, se dedica a algo que en mis tiempos llamaríamos “curar espíritus” y que hoy, con menos poesía pero igual de nobleza, llaman “acompañar en procesos de crecimiento personal”. Ella escucha, aconseja, guía, camina contigo paso a paso, como si conociera todos los atajos para salir de este laberinto moderno de prisas, miedos y silencios. Y creedme, si no os convence su sabiduría, lo hará su sonrisa, que parece hecha para recordarte que aún hay belleza en el mundo, o sus ojitos, que —y en esto empeño mi palabra y mi lanza— miran como si vieran directamente a tu alma para recordarte que todavía puedes salvarla.
Y ahora, si vuesas mercedes lo consienten, tomemos rumbo firme hacia las recomendaciones. Sepan que no son todas las que moran en mi estantería, pues, como imaginarán, sus baldas están mucho más pobladas que la feria de Medina en día de mercado. Mas no pretendo vaciarla de golpe sobre vuestras cabezas, que también habréis de guardar arrestos para acometer la empresa mayor, leer mi propia novela. Considerad esta como la primera entrega de una saga triple que continuará, para tormento o deleite vuestro, en al menos dos ocasiones más.
La conjura de los necios de John Kennedy Toole

- Título: La conjura de los necios
- Autor: John Kennedy Toole
- Año de publicación: 1980
- Año de edición: 1993
- Editorial: Anagrama
- Páginas: 392
Una de las novelas que pueblan ahora mi vieja estantería, junto a los tratados de caballería que, según ciertos letrados malintencionados, fueron los que me volvieron loco, es esta extraña y descomunal obra titulada La conjura de los necios. Por Sancho y por los santos barbudos, que jamás en mis andanzas había topado con tal criatura, un gigante, no por su estatura, sino por su desmesura, que en vez de armadura viste una gorra verde hedionda y no cabalga Rocinante, sino que se arrastra, cual caracol malhumorado, por las calles de una ciudad llamada Nueva Orleans, que no hallé yo en las crónicas de Plinio ni en los cantares de gesta. El susodicho, que responde al nombre de Ignatius J. Reilly (aunque yo más bien le llamaría Don Panzón de la Resistencia), es protagonista y azote de una novela titulada La conjura de los necios, escrita por un tal John Kennedy Toole, caballero tristemente fallecido antes de ver su hazaña en imprenta, lo cual me parece afrenta digna de duelo caballeresco, pues en estas páginas se halla más verdad que en cien novelas cortesanas y más sátira que en todos los bufones del Rey.
Y sabed, lectores, que esta obra no narra aventuras al modo antiguo, sino desventuras modernas, ya que el tal Ignatius, mozo de treinta y tantos, sabio en su propio juicio y mártir de la vulgaridad del mundo, se ve forzado, por culpa un accidente de carruaje motorizado, a buscar trabajo, esa condena moderna que a tantos atormenta y a tan pocos ennoblece. Y es ahí, en su cruzada contra la vulgaridad del empleo, donde el tal Reilly se lanza a una serie de aventuras, más bien desventuras, que harían temblar a mi fiel Sancho. Mas no os equivoquéis, que en el fondo de tanto delirio y desmesura se esconde una sátira afilada como lanza, un espejo donde se reflejan las ridiculeces del mundo moderno. Así pues, os conmino a vos, que leéis esto con los ojos y acaso con el alma, a adentraros en La conjura de los necios, obra que retrata como pocas la locura cuerda del hombre moderno. Y si Ignatius os parece monstruo, pensad que acaso lo seáis también un poco… y dadle las gracias por llevar en alto la bandera de lo absurdo, como yo llevé la de la justicia por los campos de la Mancha.
El hombre sin atributos de Robert Musil

- Titulo: El hombre sin atributos
- Autor: Robert Musil
- Año de publicación: 1930
- Año de edición: Abril 2010
- Editorial: Austral
- Páginas: 1568
Otra de las obras que aguardan paciente y altivamente en mi estantería, entre códices polvorientos, breviarios del buen cabalgar y algún volumen donde aún brilla la gloria de Amadís, es este libro que, más que novela, parece espejo mágico. El hombre sin atributos, escrito por el señor Robert Musil, caballero austríaco de verbo grave y pensamientos más afilados que la lanza que un día partí contra los molinos.
¿Y quién es este hombre sin atributos?, preguntará vuestra merced con ceño fruncido. Pues bien, se llama Ulrich, matemático de oficio, heredero de fortuna y espíritu vagante en la Viena de 1913, esa ciudad tan elegante y civilizada como a punto de venirse abajo con todo su oropel. Y si le llaman “sin atributos” no es por falta de miembros ni por escasez de honra, sino porque ha decidido vivir sin atarse a rasgo alguno, ni pasión, ni patria, ni doctrina. Un caballero moderno, aunque sin escudero, sin yelmo y, ¡ay!, sin propósito.
Se rodea Ulrich de un cortejo extraño, formado por damas hermosas de inteligencia vacilante, asesinos místicos, nobles en decadencia, filósofos que citan a Nietzsche, banqueros que filosofan más que rezan, y hasta un tal Arnheim, caballero prusiano con atributos de sobra, que habla de inseminaciones modernas y tallas medievales con la misma soltura con que yo recito a Tirante el Blanco. Todo este teatro de figuras tiene un empeño tan pomposo como vacío, que no es otro que celebrar el jubileo del emperador sin llegar jamás a hacerlo. Una empresa donde se habla mucho y se hace poco, como tantas cortes y cancillerías del mundo, que andan en acción sin moverse un palmo.
Diré, pues, que esta obra no es para todos los lectores, ya que no se abre como fruta madura ni se bebe como vino fresco. Es más bien un laberinto de pensamientos, un festín para quien gusta de lo difícil y lo sabroso. Pero quien ose enfrentarse a él, como yo enfrenté al Caballero de la Blanca Luna, saldrá de sus páginas más sabio, más burlado y quizá un poco más solo. Recomiendo, entonces, El hombre sin atributos como quien señala una cima ardua, solitaria y hermosa. No hallaréis en ella héroes, pero sí la sombra del mundo cuando aún parecía tener sentido. Y creedme si os digo que hay batallas más sutiles que las que libré con mi lanza, y libros que exigen más arrojo que muchos dragones.
Ampliación del campo de batalla de Michel Houellebecq

- Título: Ampliación del campo de Batalla
- Autor: Michel Houellebecq
- Año de publicación: 1994
- Año de edición: Abril 2006
- Editorial: Anagrama
- Páginas: 176
Otra de las obras que hallé no en campos de Castilla ni en castillos de gigantes, sino en los pliegues más sombríos de este siglo, es un libro titulado Ampliación del campo de batalla, cuyo nombre parecería prometer alguna empresa bélica o lid caballeresca, y sin embargo habla de una guerra sin espadas, sin justas, sin baluartes, pero mucho más pérfida, y que no es otra que la que libra el alma humana contra el hastío y la modernidad. Su autor, Michel Houellebecq, apellido que a buen seguro habría hecho trabucar al bueno de Sancho, traza aquí la crónica de un caballero muy de otro tipo, un ingeniero informático de unos treinta años, mozo soltero, hastiado, sin escudero ni dama a quien rendir versos, que vaga por París y otras tierras no en busca de honra, sino de sentido, que es cosa más escurridiza aún.
Este nuevo caballero no combate a dragones ni a encantadores, sino a su propio vacío, vive en castidad no por voto, sino por desidia, no canta a Dulcineas, sino que observa con cinismo cómo el amor y el deseo se han tornado monedas de cambio en un mercado gobernado por lo que él llama “la lógica del neoliberalismo”. Y ved qué astucia, puesto que el autor no solo nos muestra al protagonista, sino que lo hace hablar con nosotros como si fuésemos escuderos de su melancolía, conduciéndonos por sus ideas cual si fueran caminos polvorientos. Dice que el mundo ha devenido campo de batalla, mas no se refiere a guerras justas ni a empresas gloriosas, sino a una lucha más vil, y que no es otra que la del dinero contra el alma, la del sexo contra la dignidad y la de la eficiencia contra el descanso. Es una guerra sin honor, donde los vencidos no mueren, sino que siguen vivos, pero rendidos.
Y es ahí donde el libro hinca la lanza, su lenguaje es simple, cual si fuera relato de un escudero tosco, pero sus ideas son punzantes como espinas en carne de caballero. Se nos habla de una sociedad donde hasta el amor ha sido privatizado, y donde aquel que no compite ni desea, queda arrinconado como viejo rocín en establo ajeno. Recomiendo, pues, esta Ampliación del campo de batalla como quien entrega un mapa del desierto, pero no para que os resignéis a cruzarlo, sino para que sepáis que no estáis solos entre tanta arena y tanto absurdo. Que también hay quien, aunque haya dejado de luchar, aún conserva la lucidez para contar la batalla.
La maravillosa vida breve de Oscar Wao de Junot Díaz

- Título: La maravillosa vida breve de Oscar Wao
- Autor: Junot Díaz
- Año de publicación: 2007
- Año de edición: Junio 2009
- Editorial: DeBolsillo
- Páginas: 336
Entre tantas historias que he leído en estos días modernos, que no por nuevos son más sabios, hallé una que, por vida mía, me removió el alma como si me hubieran embestido con maza de gigante: La breve y maravillosa vida de Oscar Wao. Nombre extraño, diréis, y con razón, pues ni es tan breve como parece, ni tan maravillosa como quisiéramos… aunque sí lo es, a su modo, como lo son las historias verdaderas de los caballeros sin gloria. Este libro, que algunos llamarían novela, pero yo llamo cantar de los desdichados, no habla solo de un muchacho, sino de un linaje entero, una familia de la isla de Santo Domingo, marcada por un hechizo cruel, un fukú, que pesa sobre sus hombros como yelmo de hierro. En su centro está Oscar, mozo gordinflón, lector empedernido, enemigo del ejercicio y amigo de los dragones, los hechiceros y las doncellas pixeladas. Si Sancho lo viera, no sabría si reír o invitarle a comer torreznos.
Mas yo, que he sido flaco y loco, y aún así caballero, os digo que Oscar es más valiente que cien andantes. Porque, ¿qué mayor arrojo hay que amar cuando nadie te ama? ¿Qué mayor gesta que buscar la belleza en un mundo que se burla de ti a cada paso?. Pero este libro no es solo suyo, es también de su madre, Beli, mujer dura como coraza de acero, que escapó a la muerte y al desamor en la tierra donde el dictador Trujillo gobernaba como si fuera un encantador maligno. Es de Lola, su hermana, de voz firme y alma en guerra y es también del narrador, que no os diré quién es, pues eso se va descubriendo.
El estilo con que se cuenta esta historia es cosa curiosa, ya que tiene de lo vulgar, sí, y de lo sabio, de lo cómico, y de lo tremendo. Palabras hay que harían sonrojar a las damas de antaño, y otras que harían reflexionar a los sabios de Toledo. Mas así es el mundo hoy, una mezcla de mugre y lucidez. Y este autor, Junot Díaz, sabe cómo juntar ambas cosas sin romper el alma del relato. No os engañéis, ya que este libro os hará reír como bufones, pero también os herirá como lanza traicionera. Porque en Oscar veréis algo que conocéis, ese deseo desesperado de pertenecer, ese sueño de que el amor nos redima, veréis lo que pasa cuando el mundo niega a un hombre su sitio en la mesa. Y, pese a todo, veréis que hay nobleza en persistir, aunque uno no tenga escudo ni caballo. Leedlo, pues, caballeros y damas de esta época extraña, y si al cerrar el libro sentís en el pecho un algo de pena, no lo temáis, es señal de que aún tenéis corazón.
Los asquerosos de Santiago Lorenzo

- Título: Los asquerosos
- Autor: Santiago Lorenzo
- Año de publicación: 2018
- Editorial: Blackie Books
- Páginas: 224
Decidme, nobles lectores: ¿puede acaso hallarse mayor desventura que la de un hombre pacífico al que, por un azar del destino y un inoportuno encontronazo con un agente del orden, se le obligue a vivir como fugitivo? ¿Puede la justicia de los hombres ser tan torpe que convierta en proscrito a un alma buena por tan sólo defenderse con un destornillador de una amenaza desmedida?. Pues tal es el caso de Manuel, protagonista de Los asquerosos, novela escrita por el excelso cronista Santiago Lorenzo. Manuel, un hombre corriente, ni bravo ni cobarde, se ve forzado a desaparecer tras herir en defensa propia a un policía antidisturbios. Y así, ayudado por su tío (una suerte de escudero narrador con más sentido que el propio Sancho), huye de todo y se refugia en lo más recóndito de la España vacía, en un pueblo abandonado que responde al nombre de Zarzahuriel, donde el tiempo y la civilización parecen haber olvidado sus deberes.
Allí, lejos de los mercados, del tráfago y de la mochufa, esa gentecilla vulgar y chillona que vive para comprar, opinar sin saber y hacerse selfies con la boca abierta, Manuel descubre que lo mínimo puede ser mucho. Con una estufa, unas cuantas latas de conserva, libros encontrados y silencio por doquier, comienza una vida nueva, una vida que no necesita de aditivos ni validaciones ajenas, una vida sin filtros. Pero no creáis que todo es bucólico retiro, ya que como en toda gesta, hay un punto de quiebre. La llegada de los vecinos de fin de semana, con sus coches ruidosos, sus barbacoas desmesuradas y su forma estridente de existir, pondrá en jaque la paz de Manuel. Y ese enfrentamiento, sin espadas ni gritos, será más intenso que muchas batallas campales, ya que en él se dirimen dos visiones del mundo, la del que desea vivir sin molestar y la del que no sabe vivir sin imponerse.
Los asquerosos no es sólo una sátira, es una crónica feroz y certera de nuestros tiempos, un tratado de resistencia contra la idiotez organizada, una defensa del silencio, de la escasez, de la vida sin ruido, y también, no lo olvidemos, un retrato tierno y cómico de la extraña ternura que puede brotar incluso en medio del miedo y la soledad. Leed Los asquerosos si alguna vez habéis soñado con tiraros al monte, leedlo si os harta el ruido del mundo, si sentís que la cordura se esconde tras la maleza. Leedlo, en fin, si sospecháis, como sospecho yo, que tal vez no estemos tan locos los que preferimos un huerto y un buen libro al bullicio del gentío y las cosas sin sustancia.
El teatro de Sabbath de Philip Roth

- Título: El teatro de Sabbath
- Autor: Philip Roth
- Año de publicación: 1995
- Año de edición: Abril 2005
- Editorial: DeBolsillo
- Páginas: 504
Decidme, discretos lectores: ¿habéis conocido jamás a un caballero cuya lanza no apunte a gigantes ni a causas nobles, sino, ¡vive Dios!, a toda falda que cruce su camino? Pues tal es el caso de Mickey Sabbath, protagonista de El teatro de Sabbath, obra del muy ingenioso y provocador Philip Roth, quien aquí se viste de cronista implacable para narrarnos las hazañas, o más bien los descalabros, de un titiritero que ha hecho del vicio su escudo, y de la irreverencia su espada.
No esperéis, sin embargo, decoro cortesano ni devoción a damas como mi dulce Dulcinea, que Sabbath no ama, sino que asedia, no corteja, sino que conquista por saqueo, no suspira, sino que jadea. Es un caballero del deseo sin remordimientos, un Rabelais reencarnado en los Estados Unidos, que a las puertas de la vejez todavía cabalga, o más bien tropieza, movido por la carne y el rencor. Tras la muerte de su amante de toda la vida, Drenka, espíritu tan libre que consideraba el adulterio un arte, Sabbath se ve perseguido por fantasmas, los de su madre, su hermano, de esposas, de amantes y de errores acumulados como hierro oxidado en un viejo yelmo.
Mas no penséis que la suya sea una comedia ligera, es humor, sí, pero de ese que, como un buen mandoble, te parte la risa en dos para mostrarte la herida. En estas páginas la obscenidad se codea con la melancolía, la carcajada con la náusea, y la vida entera de Sabbath se nos aparece como una función grotesca, un teatro de guiñoles donde el titiritero acaba siendo el muñeco.
Roth, con verbo afilado y sin un ápice de compasión, nos deja ver no sólo las lujurias y fechorías de este hombre, sino también el vacío que lo empuja. Es, creedme, una visión terrible, la de un ser que ha confundido el vivir con el devorar, y que al final, entre intentos de suicidio y recuerdos deformados, comprende, quizá demasiado tarde, que no hay aplauso capaz de llenar un alma sin propósito. Os conmino a leer El teatro de Sabbath si os atrevéis a asomaros al lado más sucio y desesperado del corazón humano. No hallaréis en él nobleza, pero sí la amarga certeza de que incluso los más ruines, en su hondura, son tan humanos como el más honrado de los caballeros. Y eso, amigos míos, es una verdad que a veces cuesta más digerir que una lanza rota en las costillas.
El novio del mundo de Felipe Benítez Reyes

- Título: El novio del mundo
- Autor: Felipe Benítez Reyes
- Año de publicación: 1998
- Año de edición: Enero 2018
- Editorial: Fundación José Manuel Lara
- Páginas: 624
Confesadme, bondadosos lectores: ¿nunca os habéis topado con un sujeto de tales desvaríos, de tan prodigiosa desfachatez, que os haya hecho reír mientras os llevaba de la mano, o más bien del pescuezo, hacia los rincones más absurdos de la existencia? Yo sí. Y su nombre es Walter Arias. Y, aunque parezca broma, hay quien asegura que fue El novio del mundo.
Felipe Benítez Reyes, juglar de la ironía y arquitecto del disparate, ha compuesto con esta novela una suerte de crónica del absurdo, una sátira deslenguada y brillante donde la lógica tiene menos cabida que un burro en un salón de baile. El viaje comienza cuando Walter se despierta sin saber cómo ha llegado a Melilla, habiendo cerrado los ojos en un hotel de Ámsterdam. Y como el buen caballero que no puede permitirse la ignorancia, se dispone a explicarse… empezando, claro está, por su propio nacimiento.
De ahí en adelante, el relato se desboca como una mula espantada. Walter nos narra su vida con una desfachatez digna de los grandes megalómanos de la literatura. Su cinismo es más espeso que la niebla de las Highlands, y su ego más inflado que odre de vino sin desbravar. Es machista, gandul, fatuo, algo poeta, y mucho estafador, de ideas, de afectos, de realidades, pero ay, ¡qué bien nos cae el muy condenado!. Y así, entre digresiones, desvaríos y recuerdos que no parecen del todo fieles a la verdad, aunque, ¿qué es la verdad en boca de un embustero tan encantador?, nos va arrastrando por su vida como por un campo de batalla lleno de escaramuzas absurdas, conquistas de medio pelo y derrotas gloriosas.
El novio del mundo es una sátira, sí, pero también una comedia de las de antes, feroz, ridícula, desbordada. Leyéndola, uno se pregunta si no estará asistiendo a una nueva forma de locura caballeresca, solo que sin armadura ni Rocinante, sino con cinismo y muchas teorías peregrinas. Sea como fuere, el tal Walter bien podría haber sido compañero mío de correrías, aunque mucho me temo que él no habría cabalgado para desfacer entuertos, sino para causarlos con alegría y luego justificarlos con mucha labia. En fin, lector discreto, si tenéis el ánimo preparado para los absurdos del mundo moderno, y la voluntad templada para reíros de ellos, aunque duelan un poco, os recomiendo esta novela. No hallaréis en ella cordura ni virtud, pero sí una verdad incómoda disfrazada de carcajada. Que no es poco.
Una comedia canalla de Ivan Repila

- Título: Una comedia canalla
- Autor: Ivan Repila
- Año de publicación: 2012
- Editorial: Libros del silencio
- Páginas: 2012
Amables lectores, creedme si os digo que en mis años de caballero errante he cabalgado por mesones pestilentes, he lidiado con tahúres de mirada turbia y he compartido vino con maleantes de dudosa higiene… pero jamás había visto reunida tanta pícara tropa como la que desfila por Una comedia canalla, de Iván Repila. En esta historia, no hallaréis caballeros ni escuderos, sino tres mozos llamados Jim, John y Jack, trinidad de nombres que parecen salidos de una balada tabernaria, los cuales, cansados de su jornal escaso y de una vida más plana que un yelmo abollado, deciden lanzarse a la empresa más arriesgada de todas, la de enriquecerse. Su plan, tan simple como desvergonzado, consiste en pegarle el palo a sus respectivos jefes y, con ese botín, montar el negocio de sus vidas… aunque no sepan bien ni cuál, ni cómo, ni con qué artes.
Así, se adentran en un submundo que haría temblar incluso a los bandidos de Sierra Morena, compuesto por bandas de matones que pegan antes de preguntar y después también, drogadictos de pandereta, rufianes de medio pelo y un desfile de personajes tan estrafalarios que uno no sabe si temerlos o invitarlos a unas copas. Mas lo que hace singular esta obra no es sólo su catálogo de bribones, sino el ritmo endiablado con que se nos cuenta. Desde la primera línea hasta la última, no hay un respiro, no hay momento valle, no hay tregua. Incluso cuando los protagonistas no saben qué hacer y deciden fumar hasta que se les ocurra algo, la narración mantiene una energía tan constante que parece escrita con la pluma sobre un caballo desbocado. Y he de confesar que pocas veces he visto tal persistencia en la comedia, salvo quizá en las crónicas de algún juglar loco que yo conocí en la corte de los duques.
Una comedia canalla no aspira a ser gesta inmortal ni poema épico, su misión es más sencilla y, por ello, más noble, hacer reír, divertir, arrancar del lector un par de tardes de gozo sin pedir nada a cambio, salvo la disposición a dejarse arrastrar por este carnaval de locos. Y, como bien sabéis, no hay tarea más seria que hacer reír de verdad. Recomiendo, pues, esta obra a todo aquel que necesite un alto en el camino, un respiro entre tanto sinsentido moderno. No hallaréis enseñanzas profundas ni virtudes heroicas, pero sí la certeza de que, a veces, la mejor armadura contra la estupidez del mundo es una buena carcajada. Y creedme, amigos míos, que hasta los caballeros más graves necesitan, de vez en cuando, reír como villanos.
Fin de esta primera entrega
Y así, estimado lector improbable, dejamos esta primera etapa de nuestro viaje, con la armadura a medio abrillantar, los libros apilados y la mirada perdida entre mundos posibles. Recordad que esta es solo la primera de tres entregas que desafiarán vuestra paciencia, vuestro sentido común y, quizás, vuestra cordura. Las otras dos aparecerán, de un modo u otro, para atormentar dulcemente vuestra rutina y convertirla en aventura. Antes de montar en mi Rocinante digital y perderme entre las sombras de las próximas recomendaciones, os ruego que visitéis la web de Sonia Gonsalves, esa dulcinea moderna, de sonrisa luminosa y corazón sabio, que posee el mapa secreto para no perderse en la tormenta de este siglo de pantallas y olvidos. Recordad su web: https: https://caminandoconsonia.es/ y su canal de youtube: Caminando con Sonia.
Me despido, pues, recomendando estas páginas, con la certeza de que pronto cabalgaremos de nuevo por los campos infinitos de la imaginación, donde la palabra será estandarte, la fantasía corcel y la inspiración, espada y escudo, llevando nuestros pensamientos y sueños hacia horizontes aún no nombrados, hacia mundos que aguardan ser descubiertos y acariciados por la dulce y eterna luz de la literatura.