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Los papeles póstumos del club Pickwick: el clásico más divertido de Dickens

17/11/2024
portado con fondo azul marino de la novela de Charles Dickens Los papeles póstumos de club Pickwick en la que se ve la silueta negra de dos hombres, uno frente a otro.
portado con fondo azul marino de la novela de Charles Dickens Los papeles póstumos de club Pickwick en la que se ve la silueta negra de dos hombres, uno frente a otro.
  • Título: Los papeles póstumos del club Pickwick
  • Autor: Charles Dickens
  • Año de publicación: 1837
  • Editorial: Penguin Clásicos
  • Edición: Junio 2016
  • Páginas: 1024
Índice

    El hilarante mundo del Club Pickwick, un clásico atemporal.

    Los papeles póstumos del Club Pickwick fue el deslumbrante debut de un jovencísimo Charles Dickens que, con tan solo 24 años, logró encandilar a media Inglaterra. Dickens, con más pelo que experiencia y con un ingenio capaz de encender fuegos en cualquier imaginación, le sirvió al mundo esta mezcla explosiva de humor, ternura, aventuras, crítica social y personajes inolvidables. Los lectores enloquecieron al instante, de hecho, la fiebre por el Club Pickwick llegó a tal punto, que no solo se devoraban las entregas mensuales, sino que también se vendían sombreros y bufandas inspirados en sus carismáticos y excéntricos personajes. De este modo, con su primera novela, Dickens se convirtió en el fenómeno literario del siglo XIX, logrando lo que hoy llamaríamos un best-seller viral.

    Lo curioso es que, cuando Dickens comenzó con esta obra, su idea inicial no era escribir una novela desternillante sobre las aventuras de un club de caballeros tan disparatados como entrañables. Su trabajo era acompañar unas ilustraciones cómicas con una series de relatos ligeros que se irían publicando por entregas. Pero claro, estamos hablando de Dickens, y este hombre y su genialidad no sabían quedarse en la superficie. Así que, a medida que avanzaban las entregas, la historia ganó tanto en profundidad que se coló, de forma irremediable, en el corazón de los lectores… y ahí se ha quedado.

    La verdad es que leí esta novela hace un buen puñado de años, así que no puedo profundizar en ella lo que realmente merece, aún sí, me acuerdo de reírme a carcajadas con las aventuras del señor Pickwick y su fiel Sam Weller, y aunque reconozco que no es tan redonda como alguna de sus obras posteriores, aquí ya se vislumbra el genio que terminaría por regalarnos tesoros narrativos como David Copperfield y Grandes esperanzas.

    Pero ojo, no se trata de un simple aperitivo Dickensiano, aquí hay mucha más literatura, ingenio, sátira y humanidad que en muchos banquetes literarios modernos premiados y recomendados hasta la saciedad. De hecho, os aseguro que cuando encuentre un huequito en mi agenda (algún año de estos), tengo clarísimo que la voy a releer, porque hay placeres que merecen repetirse… como un buen trozo de pastel o la obra completa de este fascinante y excepcional escritor. Y sí, lo has adivinado, se trata de uno de mis autores predilectos.

    Los papeles póstumos del club Pickwick

    En Los papeles póstumos del club Pickwick Charles Dickens nos presenta al ilustre Samuel Pickwick, un caballero de buen corazón y espíritu curioso que, a sus 50 años, decide que ha llegado el momento de salir a conocer el mundo más allá de los muros de su confortable vida. Así que, ni corto ni perezoso, funda el Club Pickwick, un grupo dedicado a observar y documentar las peculiaridades de la vida y del comportamiento humano, recorriendo Inglaterra con el noble propósito de compartir sus hallazgos con los miembros del club, algo que como veremos, suena mejor en la teoría que en la práctica…

    El señor Pickwick no viajará solo en esta quijotesca aventura, ya que además de Sam Weller su fiel y ocurrente criado y uno de los personajes más carismáticos de la novela, se rodeará de un trío de compañeros que, por decirlo de un modo suave, resultan tan disparatados como entrañables: el enamoradizo Sr. Tupman, que se sonroja cual adolescente tímido ante la mera mención de una dama, el deportista Sr. Winkle, cuya habilidad atlética parece más un mito que una realidad y el aspirante a poeta, el Sr. Snodgrass, con más versos en la cabeza que en sus cuadernos.

    Juntos, emprenden un viaje por el sureste de Inglaterra para documentar, observar y, en teoría, elevar el espíritu del Club Pickwick con sus descubrimientos. Sin embargo, en lugar de ser testigos pasivos de la sociedad, estos cuatro personajes se convertirán en protagonistas de una serie de situaciones tan caóticas como divertidas, ya que, allá donde van estos caballeros, no pueden evitar atraer los problemas como si fueran imanes para los líos. Y como si por si solos no tuvieran suficiente, se unirá a la fiesta el pícaro Sr. Jingle, un estafador encantador que, con su afilada lengua, los arrastrará hacia mayores malentendidos.

    En compañía de este entrañable y esperpéntico grupo viviremos todo tipo de situaciones rocambolescas, desde duelos que no salen “exactamente” como los habían planeado, hasta unas elecciones en el ficticio pueblo de Eatanswill, donde la política se convierte en un espectáculo grotesco digno de un circo, sin olvidarnos del paso del señor Pickwick por prisión debido a un simple malentendido, momento que Dickens aprovecha para desplegar su sátira más aguda, burlándose, sin piedad y con razón, de las torpezas del sistema judicial inglés de la época, aunque si viviera hoy en día, también tendría motivos para hacerlo.

    En cada parada de esta peculiar aventura, Dickens nos obsequia con unos personajes secundarios memorables, y lo que empieza como una comedia ligera evoluciona, poco a poco, en un viaje donde Pickwick no solo profundizará en las extravagancias del mundo que lo rodea, sino que también descubrirá el valor de la auténtica amistad, la lealtad y el perdón.

    Dickens, en esta primera obra, despliega un estilo vivaz, plagado de humor y humanidad, con una prosa cuidada, ingeniosa, elegante, impregnada de descripciones pintorescas, diálogos chispeantes y una capacidad inigualable para capturar tanto lo absurdo como lo conmovedor de la vida cotidiana. Si eres de esos lectores que disfrutan de los libros con una buena dosis de humor y, al mismo tiempo, te gusta zambullirte en páginas que critican, de forma sutil pero mordaz, nuestra alocada sociedad, entonces esta novela es para ti.

    Y para aquellos que desean iniciarse en la obra de Dickens, desde mi punto vista, esta obra es ideal, ya que resulta fácil de digerir, está llena de encanto y su naturaleza episódica permite saborearla en unas dosis que resultan perfectas para adentrarse, poco a poco, en el particular universo narrativo Dickensiano, aunque te advierto que, una vez que empieces, se te hará difícil soltarla.

    Charles Dickens

    Charles Dickens en pie sosteniendo un palo

    Nacido en 1812 en un rincón modesto de Portsmouth, Inglaterra, Charles Dickens, pasó de ser un muchacho pobre con pocos recursos a convertirse en el novelista más influyente del siglo XIX. ¿Cómo lo hizo? Bueno, no fue con magia élfica, sino con un talento desbordante para captar la idiosincrasia humana, una astucia muy mordiente y una perspicaz pluma que se movía al latente ritmo de la vida misma.

    A pesar del impresionante éxito que supuso Los papeles póstumos del Club Pickwick, Dickens no se relajó, más bien todo lo contrario, y nos regalo auténticas joyas literarias como si tuviera una mina inagotable de ideas. Obras como Oliver Twist (1837), con ese huérfano adorable pidiendo «más», y David Copperfield (1850), que casi parece un reflejo de su propia vida, lo consagraron como el cronista de las almas olvidadas, los marginados y los corazones nobles que luchan por un lugar bajo el sol en mitad de la tormenta

    Con Grandes esperanzas (1861) creo un auténtico clásico incombustible, con sus personajes inolvidables como la excéntrica Miss Havisham y el joven Pip, que sueña con un futuro mejor. Y algo más oscura es Historia de dos ciudades (1859) donde nos acompaña de la mano mientras nos presenta el París y el Londres revolucionarios, para terminar ofreciendo uno de los finales más épicos jamás escritos (o leídos por mi).

    ¿Una curiosidad para cerrar con broche de oro? Dickens era un caminante compulsivo, podía recorrer más de 30 kilómetros por Londres en un solo día, observando la vida que más tarde plasmaría en sus novelas. Dicen que esas caminatas, en las que además le gustaba perderse, eran su inspiración secreta, el gimnasio donde entrenaba su imaginación. A continuación te dejo un enlace a un artículo en el que te hablo sobre este y otros muy curiosos procesos creativos de grandes escritores:

    Hola, buenas tardes, soy el enlace. Para ir al artículo haga usted click aquí cuando guste.

    Caray, que enlace más educado, así da gusto.

    Por lo tanto, querido lector, si aún no has tenido el placer de adentrarte en los mundos de Dickens, te espera un festín literario sin igual, al que solo los espíritus más curiosos y hambrientos están invitados. Y si ya lo conoces, siempre es buen momento para volver a visitar sus páginas, que invariablemente nos aguardan con una anécdota nueva, una risa inesperada, una interesante reflexión o una delicada y cariñosa caricia al alma.

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