

- Título: Solas en el silencio
- Autora: Silvia Intxaurrondo
- Año de publicación: 2025
- Editorial: Harper Collins
- Páginas: 304
Solas en el silencio: una historia de mujeres, violencia y resistencia.
Últimamente proliferan en las estanterías, y no precisamente por su calidad literaria, ciertos libros firmados por personajes mediáticos que, más que periodistas, parecen emisarios complacientes al servicio de intereses ajenos al periodismo. Algunos incluso han sido galardonados con premios de relumbrón, lo cual, lejos de impresionarme, me ha hecho afilar la ceja del escepticismo. He intentado leer alguno de esos títulos —lo confieso— y la experiencia ha sido, por decirlo con elegancia, próxima al naufragio lector. Más que obras literarias, parecían pagos encubiertos por servicios prestados desde un púlpito televisivo.
Por eso, cuando supe que Silvia Intxaurrondo había publicado Solas en el silencio, confieso que me asaltó una cierta prevención. La respeto como periodista, me parece una profesional lúcida, incisiva, de esas que, tarde o temprano, acaban resultando incómodas para el poder. Pero aún así, temí que su incursión en la narrativa se quedara en otro ejercicio de vanidad editorial, tan frecuentes últimamente. Pero cuando me adentré en sus páginas, supe que estaba ante algo más que una novela solvente. Descubrí una historia poderosa, valiente, bellamente escrita, una historia que duele, que emociona, que denuncia. Descubrí que Silvia Intxaurrondo no solo es una gran periodista, sino que, con este sensacional debut, ha demostrado que va camino, y por buen sendero, de convertirse también en una gran escritora.
Pero vayamos al libro. A su historia, a sus voces, a su herida.
Sinopsis
La historia arranca en Sopuerta, un pequeño pueblo del norte de España, en la década de los setenta. Allí transcurre Solas en el silencio, una novela que pone el foco en un puñado de mujeres cuya existencia, marcada por la dureza y el silencio, dibuja un retrato profundo y descarnado del machismo estructural de la España de los años setenta, y del que, por desgracia, aún queda mucho.
Todo comienza con Sole, una mujer que sobrevive en la pobreza junto a su hijo Joxean, al que cuida con una entrega absoluta. Juntos, enfrentan no solo la escasez y el aislamiento, sino también el juicio constante de un entorno que los mira de reojo.
En torno a ella, el relato va sumando las voces y vidas de otras mujeres que, como Sole, han aprendido a resistir en silencio. Entre ellas, destaca Basilia, cuya infancia fue un abandono en carne viva, y cuya adultez no ha sido sino una continuación de aquel desamparo, atrapada en un matrimonio cruel con Ángel, el todopoderoso alcalde del pueblo. Maltratada con brutalidad y totalmente atrapada, Basilia representa una de las formas más crudas de ese sometimiento que compartieron tantas mujeres, víctimas no sólo de sus maridos, sino del silencio que las rodeaba y de un sistema que legitimaba la violencia bajo la apariencia del orden familiar.
Consuelo, por su parte, mantiene a flote la taberna del pueblo, refugio y escaparate del pulso diario de la comunidad. Junto a ella, transitan otras mujeres igualmente marcadas por el peso de una sociedad que las limita y vigila: Angelita, la maestra, mujer inteligente y libre en un mundo que castiga la diferencia; y Miren, una figura en apariencia respetable, que guarda tras su fachada secretos, sombras y dolor. En sus trayectorias, cada una refleja una faceta de la opresión cotidiana, la renuncia, el miedo, la complicidad forzada o el dolor encubierto. Las vidas de estas mujeres, entrelazadas por la vecindad, el pasado y ciertos secretos, se irán revelando con el avance de la historia.
Solas en el silencio es, sobre todo, la historia de varias mujeres atrapadas en un tiempo hostil, en un país que las convirtió en invisibles, pero también es la historia de su fuerza, de su memoria. Entre la delicadeza y la contundencia, la novela avanza sin hacer ruido, como ellas, pero con una fuerza que desarma.
Análisis temático
Solas en el silencio traza un mapa dolorosamente preciso de la opresión estructural que pesaba —y aún pesa— sobre las mujeres. Se trata de una denuncia firme que brota desde lo cotidiano, desde lo que se calla, desde lo que se arrastra durante años sin nombre ni justicia. Y es precisamente ahí, en ese silencio tan elocuente, donde reside parte de su fuerza.
El machismo aquí es mucho más que un simple marco de fondo, es el suelo que pisan, las paredes que las encierran, la atmósfera que respiran las protagonistas. Está encarnado no solo en personajes explícitamente crueles como Ángel, alcalde, esposo y maltratador de Basilia y de muchas otras mujeres, sino también en los mecanismos sociales que sostienen su poder: el miedo, la costumbre, el juicio moral, el qué dirán y, sobre todo, el silencio cómplice de los que conocen la situación, pero callan.
La violencia es, sin duda, uno de los ejes centrales de la novela. Está la física, la que se muestra en los golpes y en las amenazas, pero también esa otra, más sutil y persistente, que se ejerce a través del control, la humillación, la pobreza impuesta, el desprecio institucionalizado. Sin embargo, dentro de ese mundo sombrío hay un hilo de luz, a veces visible, otras veces casi secreta, pero siempre presente. Es la complicidad callada entre mujeres que, aunque distintas entre sí, con diferencias y secretos entre ellas, se reconocen en la herida.
Y luego está el poder. No el institucional, ni el masculino, sino ese otro, más difícil de definir, el poder de resistir, de seguir, de no dejarse borrar. Porque, aunque muchas de las protagonistas estén atrapadas en vidas que no eligieron, su sola existencia ya es un desafío a un sistema que las quiere sumisas, rendidas, mudas. Solas en el silencio me ha recordado que hay un tipo de heroísmo silencioso que nunca saldrá en los libros de historia, pero que ha sostenido al mundo en pie más veces de las que creemos.
Estilo
Intxaurrondo demuestra un dominio notable de las herramientas del lenguaje, y lo hace con una prosa contenida, limpia y eficaz, que no busca deslumbrar por acumulación retórica, sino por precisión y profundidad. Cada palabra está donde debe estar, y eso se agradece.
El estilo es eminentemente descriptivo, pero no en un sentido decorativo, sino funcional, ya que la descripción aquí es un vehículo para construir atmósfera, para delinear espacios cargados de tensión y para captar con minuciosidad los gestos, silencios y rutinas que definen a los personajes. Hay un claro interés por el detalle, pero nunca gratuito.
La autora emplea con inteligencia un recurso metafórico que actúa como contrapunto a la crudeza de ciertos pasajes y, cargando de simbolismo muchas escenas sin que por ello pierdan realismo. Las imágenes no interrumpen la historia, sino que la profundizan, la vuelven más rica, más punzante. De hecho, en más de una ocasión me descubrí releyendo frases por la forma en que condensaban, en muy pocas palabras, una verdad compleja o un dolor apenas sugerido.
Me ha fascinado también la versatilidad de registros con los que Intxaurrondo trabaja. Hay escenas durísimas, descritas con una sobriedad que multiplica su impacto, sin necesidad de recurrir al morbo ni a la espectacularización del dolor. Otras, sin embargo, son profundamente introspectivas, y están narradas con una sensibilidad que roza lo poético. Incluso hay momentos en los que la autora se adentra en el terreno de lo sensual, como en la escena entre Angelita y el cura Eugenio, donde el tono cambia sin desentonar, revelando una capacidad de adaptación notable. Se nota que Intxaurrondo domina el ritmo y sabe perfectamente cuándo aligerar y cuándo apretar.
En resumen, lo que más valoro de esta novela, desde un punto de vista técnico, es su capacidad para decir mucho con pocos recursos. No hay fuegos artificiales, pero sí una escritura firme, consciente, que apuesta por la sobriedad sin renunciar a la belleza. Intxaurrondo demuestra aquí que no solo sabe contar una historia, sino que sabe cómo contarla. Y eso marca la diferencia.
La novela, en el fondo, es también una advertencia. Porque aunque se sitúe en un pasado que puede parecer lejano, la sombra de aquella ideología represiva sigue acechando, disfrazada de nostalgia, de orden, de tradición. Y si algo me queda claro tras su lectura es que las conquistas de las mujeres, requieren vigilancia, memoria y, sobre todo, historias como esta, que nos recuerden qué ocurre cuando el silencio se impone como norma y cuando la violencia se normaliza con la excusa de la costumbre.
Personajes
Los personajes de esta novela son profundamente humanos y complejos, especialmente las mujeres, verdaderas protagonistas de una historia que mezcla dolor, fuerza y resistencia.
Sole y su hijo Joxean conmueven desde el inicio. Ella, una madre abnegada; él, un joven con discapacidad mental que depende de ella por completo. Sole, sin embargo, también guarda secretos, como lo hace Miren, otra mujer marcada por su pasado y por la traición.
Basilia es el epicentro del drama, ya que su vida, desde una infancia desgarradora hasta un matrimonio violento, resume el sufrimiento de muchas mujeres silenciadas. A su alrededor, mujeres como Consu, Dolores o Angelita enfrentan a su manera el mismo sistema opresivo. Frente a ellas, los hombres —Ángel, Fernando, e incluso el padre Eugenio— representan distintas caras del poder, del abuso, del silencio cómplice o del deseo reprimido.
Cada personaje está retratado con sensibilidad y verdad. Aunque lo más doloroso, es que todos resultan terriblemente creíbles.
Conclusión
Al cerrar Solas en el silencio, me quedé con la impresión de haber recorrido un camino difícil pero necesario, guiado por voces que eluden el ruido para revelarnos verdades incómodas. La fuerza de esta novela reside en su equilibrio, ya que no sacrifica la hondura del mensaje en aras de la espectacularidad, ni adorna el dolor con retórica vacía. Silvia Intxaurrondo demuestra que la denuncia puede ir acompañada de belleza literaria.
Es una historia construida con sensibilidad y pulso narrativo, donde cada personaje importa y cada escena aporta. El dolor que recorre sus páginas no busca escandalizar, sino visibilizar. Solas en el silencio es, para mí, mucho más que la ópera prima de una periodista, es una llamada urgente a no permitir que el silencio vuelva a sepultar la dignidad de ninguna persona.
Recomiendo esta novela a quienes busquen una lectura que conmueva sin florituras, que cuestione sin didactismos y que deje una huella duradera. Porque, al fin y al cabo, leerla es prestar atención a esas voces que, en el hueco del silencio, siguen clamando por ser escuchadas.
NOTA: 4,3/5
Silvia Intxaurrondo

Silvia Intxaurrondo Alcaine (Baracaldo, 1979) es una reconocida periodista y presentadora española, con una sólida trayectoria en medios como Cadena SER, CNN+, Cuatro, ETB, Telemadrid o Televisión Española, donde actualmente presenta La hora de La 1. Licenciada en Periodismo por la Universidad de Navarra y en Filología Árabe por la Autónoma de Madrid, también cuenta con un máster en Estudios Árabes e Islámicos Contemporáneos y está especializada en Información Internacional.
A lo largo de su carrera ha sido galardonada con numerosos premios por su rigor, su compromiso con la verdad y su valentía profesional. Ahora, con Solas en el silencio, se interna en el mundo de la narrativa con una novela poderosa, conmovedora y valiente, que confirma que su talento no se limita a la información: también tiene una voz literaria propia, ilusionante y prometedora.
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