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Reseña de David Cronenberg. Infecciones y mutaciones narrativas

09/05/2025
  • Título: David Cronenberg. Infecciones y mutaciones narrativas.
  • Autor: Oriol Alonso Cano
  • Año: 2024
  • Editorial: Impedimenta
  • Páginas: 188
Índice

    Un viaje por el cine de Cronenberg a través de la mirada de Oriol Alonso Cano.

    Recuerdo que de adolescente, en el instituto, un compañero me repetía cada dos por tres que tenía que ver La mosca de Cronenberg. A mí el título ya me sonaba extraño, como si fuese una película de bichos de serie B, pero lo que realmente me llamaba la atención era el apellido del director. Cronenberg. Me parecía un apellido tan rimbombante, tan contundente, que no sabía si sonaba a científico loco o a compositor alemán del siglo XIX. Al final vi la película y me olvidé del nombre para entregarme a una historia impactante, grotesca, fascinante… muy kafkiana, si me permiten el adjetivo fácil.

    Pero lo cierto es que, más allá de aquella experiencia, nunca fui especialmente seguidor de Cronenberg. Ni sabía que había dirigido una adaptación de El almuerzo desnudo de William Burroughs, ni recuerdo con claridad si eXistenZ me gustó o me desconcertó. Tampoco puedo decir que sea muy cinéfilo. Así que, cuando este libro cayó en mis manos, lo natural habría sido dejarlo pasar. Pero no lo hice. Algo en su enfoque, en su ambición analítica, me empujó a adentrarme en el. Y me quedé dentro.

    No se trata de un libro para fans ni una biografía amable, más bien es una inmersión densa, minuciosa y profundamente literaria en el universo creativo de Cronenberg. Un ensayo exigente que se detiene en cada una de sus películas, que rastrea obsesiones, que ilumina escenas concretas para hablarnos, no solo del director, sino del hombre que quiso ser escritor antes que cineasta. Y lo fue. A su manera. Un hombre devorado por las voces de Burroughs, Nabokov, Dick, Henry Miller o Shelley, entre otros. Un lector voraz que encontró en el cine no una renuncia, sino una prolongación natural de la escritura.

    El germen literario

    Hay gente que nace con una vocación. Yo no. A mí me costó saber lo que quería hacer con mi vida, de hecho aún no lo tengo muy claro. Pero después de leer este libro sobre David Cronenberg, me quedé con la sensación de que el tipo vino al mundo con un bolígrafo en la mano, o con una máquina de escribir humeante, y un puñado de obsesiones literarias ya instaladas de fábrica.

    Antes de ser el cineasta de los cuerpos mutantes, las vísceras simbólicas y las interfaces orgánicas, Cronenberg fue, o quiso ser, escritor. Lo suyo era una compulsión, ya que desde que tiene uso de razón recuerda estar escribiendo. A los diez años ya había terminado su primera “novela”, que en realidad eran tres folios grapados, pero el impulso estaba ahí. Lo que otros niños canalizaban en cromos, deportes, videojuegos o traumas escolares, él lo traducía en ficción.

    El contexto familiar, desde luego, ayudó. Su padre, Milton Cronenberg, era un bibliófilo empedernido, capaz de acaparar libros como si se fueran a agotar. Además escribía ocasionalmente en revistas como True Detective o Reader’s Digest. Su madre no se quedaba atrás, pianista, lectora insaciable y profesora. El hogar de Cronenberg debía parecerse más a una tertulia cultural permanente que a un lugar donde se viera televisión.

    No es raro, entonces, que el pequeño David viviera rodeado de libros como otros niños viven rodeados de juguetes. Devoraba a Burroughs, Nabokov, Philip K. Dick, Asimov, Henry Miller, T. S. Eliot… Su dieta literaria era variada y bastante más sofisticada que la mía a esa edad (yo aún peleaba con Elige tu propia aventura). Y lo intentó, claro. Durante su adolescencia envió relatos a revistas como Magazine of Fantasy and Science Fiction. La mayoría de veces lo ignoraron. A veces lo rechazaron. Pero una vez, le contestaron para decirle que su texto casi había sido seleccionado. Ese “casi” lo marcó. Le supieron ver algo, aunque todavía no fuera suficiente.

    Y sin embargo, dejó de escribir. El silencio, la inseguridad, y una especie de duda existencial le hicieron levantar la pluma. También influyó, según cuenta, su faceta científica, que lo arrastró hacia otros intereses. Pero sobre todo, sentía que no tenía una voz propia. Que todo lo que escribía sonaba demasiado a Burroughs, demasiado a Nabokov. Que no era él. Que era un ventrílocuo de sus ídolos.

    Ese parón creativo no fue un abandono. Fue una espera. Cronenberg no dejó de querer contar cosas, simplemente cambió de medio. Encontró en el cine una forma de narrar que no le exigía traicionar sus influencias, sino que le permitía digerirlas y transformarlas. La cámara se convirtió en su pluma. El plano, en su sintaxis. Y en lugar de frases, construía escenas. Su cine no es una renuncia a la literatura, es su continuación en otro lenguaje.

    El enfoque

    Desde el inicio se nota que aquí no hay un aficionado al cine hablando desde la butaca, sino un pensador que ha digerido a Cronenberg igual que si estudiara un organismo mutante al microscopio. Alonso Cano no solo ve cine, lo lee. Y más aún, lo interpreta con una mirada que combina filosofía, literatura, ciencia y psicoanálisis, sin hacer del ensayo un laberinto críptico o un festival de citas pretenciosas. Lo suyo es otra cosa, es una escritura clara aunque elegante y pausada a la vez que profunda, no subestima al lector pero tampoco lo abruma.

    Oriol Alonso Cano nos lleva primero a momentos clave de la vida de Cronenberg, la enfermedad y muerte de su padre, por ejemplo, y nos muestra cómo esas experiencias acabaron impregnando su cine. También nos habla de sus influencias literarias y filosóficas, y de ahí disecciona cada película como si de una cápsula conceptual se tratase, la abre, la analiza, la conecta con referentes literarios o filosóficos, la compara con otras obras, y lo hace siempre desde un punto de vista profundamente intelectual. Y al principio, eso me atrapó.

    Pero confieso que no todo el recorrido fue igual de fluido para mí. A medida que avanza el libro y se adentra en el análisis minucioso de cada una de sus películas, la lectura se me fue haciendo más densa. Tal vez porque no soy un seguidor fiel de Cronenberg ni un cinéfilo empedernido Hubo momentos en los que me sentí algo fuera de lugar, como si el libro exigiera una familiaridad mayor con su filmografía de la que yo tengo.

    Sin embargo, lo que me hizo reconectar con el ensayo fue precisamente la revelación de hasta qué punto la literatura atraviesa la obra de Cronenberg. No solo por las adaptaciones que ha dirigido, como El almuerzo desnudo o Crash, sino porque su cine entero está impregnado de un pensamiento literario e incluso filosófico. El ensayo no se pierde en teorías abstractas, sino que trata de iluminar lo que Cronenberg quiso decir con ciertas imágenes, con ciertas escenas, y eso me ha parecido muy interesante.

    En definitiva, este libro es una joya para los seguidores del director, y también un texto muy estimulante para quienes disfruten de los cruces entre filosofía, literatura y cine. Pero, eso sí, no es una lectura ligera ni pensada para el público general. Es un ensayo exigente, con una mirada muy personal y bien armada, que interpela directamente a quienes quieran ir más allá de lo superficial y sumergirse en los mecanismos ocultos del cine y la creación.

    Conclusión

    Sin duda, no se trata de un libro para curiosos ocasionales ni para quienes busquen anécdotas de rodaje o datos ligeros sobre Cronenberg. Es un ensayo denso, riguroso y con vocación filosófica, pensado para quienes aman el cine como objeto de estudio, de pensamiento, de exploración creativa. Gustará mucho a los seguidores del director canadiense, a los cinéfilos de mirada analítica y a quienes disfrutan leyendo sobre los vínculos entre arte y literatura. Pero resultará cuesta arriba para quienes no tengan un interés previo por su filmografía o por el ensayo como forma. Aun así, si uno se deja llevar, hay ideas aquí que se quedan dando vueltas mucho después de cerrar el libro. De hecho, no soy un cronenbergiano, insisto, pero después de este libro me siento tentado a convertirme en uno.

    NOTA: 3,8/5

    Oriol Alonso Cano

    Oriol Alonso Cano es escritor y profesor, doctor en Filosofía y licenciado en Psicología. Imparte clases de epistemología, estética y teoría del arte en varias universidades y cuenta con una sólida trayectoria académica. Sus trabajos de investigación han sido publicados en revistas especializadas de disciplinas tan diversas como la Filosofía, la Antropología, la Medicina o la Sociología. Entre sus libros destacan Encarnaciones del capitalismo, Sociedad débil, Experiencia de la ausencia, La caricia del fantasma y Clinamen. También coordinó el volumen coral Archipiélago. Retrato polifónico de Rafael Argullol. Su última obra, David Cronenberg. Infecciones y mutaciones narrativas (Ediciones del Subsuelo, 2024), confirma su interés por los cruces entre pensamiento, arte y narración.

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