

- Título: El niño
- Autor: Fernando Aramburu
- Año de publicación: 2024
- Editorial: Tusquets Editores S.A.
- Páginas: 272
El niño, un viaje intimo y desgarrador
Antes de Patria, Aramburu era uno de esos escritores que vivían plácidamente en mi interminable lista de autores pendientes, sin que el tiempo me permitiera avanzar demasiado. Pero las excelentes críticas que recibió Patria, me hicieron adelantarlo al primer puesto de mi lista y darle un lugar en mi mesita de noche, con un hueco reservado en mi modesta biblioteca para cuando terminara su lectura. Y valió la pena, ya que Patria no solo fue una lectura, fue una auténtica experiencia que me dejó pensando, sintiendo y admirando durante semanas. Desde entonces, no había vuelto a leer nada de Aramburu, por lo que tras la maravilla de esa experiencia literaria, sentía que le debía algo. Así que, hace unas semanas decidí saldar cuentas y me hice con El niño, una especie de revancha, no para él, claro, sino para mí. ¿Podría este libro estar a la altura de esas emociones tan intensas que viví con Patria?.
Pues bien, es importante aclarar que El niño no es Patria. Y no tiene por que serlo. Es más, cualquier comparación directa sería tan injusta como intentar comparar una sinfonía con un susurro, ambos tienen su belleza, pero se expresan de formas distintas. Sin embargo, El niño tiene algo que, a pesar de no estar a la altura titánica de Patria, me ha obligado a tomar medidas drásticas. Los vencejos y Ávidas pretensiones han pasado del carrito de compras a mi estantería, y no les va a tocar acumular polvo, os lo aseguro. Aunque, bueno, ya sabéis cómo es esto, hay tantos libros por leer y tan poco tiempo que, a veces, decidir cual será el siguiente se parece más a un duelo de espadas que a una elección.
Lo primero que hay que saber de El niño es que no surge de la nada. Aramburu se inspira en un hecho real que parece sacado de la pesadilla más cruel. En 1980, en el colegio público Marcelino Ugalde de Ortuella, Vizcaya, una explosión de gas propano acabó con la vida de 50 niños en un pueblo de apenas 8.000 habitantes. Cincuenta. Solo imaginarlo es un ejercicio de pura angustia. Uno de ellos era Nuco, el niño al que hace referencia el título. Pero Aramburu no pretende reconstruir los hechos ni convertirse en cronista del horror, sino reflexionar sobras las profundas heridas que deja una tragedia de tal magnitud en los afectados.
Sinopsis
Nicasio vive atrapado en un bucle de duelo. Cada día, sin excepción, se dirige al cementerio para visitar la tumba de su nieto Nuco, fallecido a los seis años en la explosión sucedida en su colegio, una tragedia que marcó para siempre a su familia. Aunque, entre flores y silencios, Nicasio limpia la lápida con una devoción que roza la obsesión, en su corazón, el Nuco sigue vivo. En sus paseos solitarios, Nicasio imagina conversaciones con él, recrea momentos que nunca ocurrieron e intenta darle consejos que nunca podrá escuchar. Es su manera de desafiar la realidad, de mantener un vínculo que la muerte no pudo romper.
A su lado está Mariaje, su hija, quien también sufre la ausencia de Nuco, pero lo vive de una forma distinta. Ella no entiende la obsesión de su padre con el cementerio. En su interior, lucha con el deseo de olvidar lo sucedido y seguir adelante, aunque sabe que borrar del todo a su hijo sería una injusticia. Mariaje intenta mantener el equilibrio entre el recuerdo y el olvido, pero la vida no le pone las cosas fáciles. El duelo la enfrenta a sus propios demonios, a tensiones familiares que aumentan con cada rencilla sobre cómo abordar la pérdida, y a un matrimonio con José Manuel, con quién a pesar de compartir el dolor y mucho cariño, caminan por senderos totalmente distintos, cada uno con su propio ritmo y sus propios fantasmas. La muerte del Nuco no solo los ha sumido en el duelo, sino que también ha desenterrado las grietas ocultas en sus vidas.
El tiempo avanza, pero las cicatrices del pasado no desaparecen. La familia, ya fracturada, será puesta a prueba de formas que ni ellos mismos podrían haber imaginado. El dolor se intensifica, las preguntas sin respuesta se multiplican, y el peso de las decisiones del pasado se hace insoportable. Ahora, más que nunca, Mariaje debe enfrentarse a sí misma, a los secretos que ha guardado y a las consecuencias de un duelo que nunca terminó de procesar.
Estilo
La narración de El niño está dividida entre una voz omnisciente que sirve como eje central de la historia y la perspectiva más íntima de Mariaje. Es una alternancia impecable entre la distancia analítica y la cercanía emocional, que permite experimentar la historia desde dos prismas distintos, como si estuvieras, al mismo tiempo, dentro y fuera de los personajes. La obra está dividida en capítulos cortos en los que Aramburu también juega con distintas líneas temporales y perspectivas, aunque sin perder en ningún momento la coherencia narrativa
Posiblemente el aspecto que más me ha gustado de la novela es el lenguaje empleado, ya que Aramburu apuesta por un estilo emocionalmente descriptivo, con un tono que roza lo introspectivo y, en algunos momentos, incluso lo lírico. Cada frase parece cuidadosamente elegida para transmitir el peso de los acontecimientos, pero lo hace sin caer en el sentimentalismo ni en el morbo, lo cual, creo, es especialmente importante dado lo delicado del tema central de la obra. En lugar de recurrir a recursos fáciles para impactar, Aramburu se ha inclinado por una literatura que me ha parecido reflexiva, elegante y, desde luego, técnicamente impecable.
Otro detalle que me ha parecido particularmente interesante es cómo el propio texto se dirige de forma directa al lector en determinados pasajes. Cuando el texto rompía la cuarta pared y me hablaba directamente, me sentía algo cómplice de Aramburu, como si me invitara a ser parte de su proceso creativo, a reflexionar junto a él. Esa conexión fue inesperada y, a la vez, refrescante. Este movimiento metanarrativo aporta originalidad y funciona, en mi opinión, como una especie de pausa reflexiva en medio de la intensidad emocional que domina la trama. Aunque arriesgado, creo que el resultado justifica plenamente la elección.
Por último, me parece importante señalar que El niño va más allá de narrar una simple historia. No es un libro para leer con prisas ni distracciones, es una novela que, en mi caso, me obligó a detenerme, a dejarla reposar después de cada capítulo, porque necesitaba digerir tanto las emociones como las ideas que insinúa. En mi opinión, es un texto que no se conforma con ser leído, y que busca ser tanto sentido como pensado.
Personajes
Los personajes de El niño son el alma de esta novela. No son solo un vehículo narrativo, sino espejos en los que he podido reconocer nuestras contradicciones, nuestras luchas y nuestra humanidad más cruda.
Nicasio, el abuelo del Nuco, es probablemente el personaje más potente en términos dramáticos, representa el pilar de la familia, el hombre que, tras una vida marcada por las dificultades de la emigración, parece haber desarrollado una coraza emocional. Sin embargo, la pérdida de su nieto resquebraja esa fachada de estoicismo, dejando al descubierto a un hombre vulnerable, herido e inmensamente perdido en su propio duelo. Aramburu ha logrado crear a Nicasio con una honestidad brutal, en un proceso de abismo emocional que, lejos de ser lineal, se mueve entre la negación y la frustración, aunque sin respuestas definitivas.
Mariaje, la madre del Nuco, es otro de los ejes fundamentales de la novela, es un personaje complejo, una mujer desgarrada por la pérdida de su hijo, pero también atrapada en una relación matrimonial que, aunque basada en el cariño, ha sucumbido a la rutina y a una falta de comunicación que se hace evidente a lo largo de la trama. El autor disecciona con precisión quirúrgica esta dinámica, mostrando cómo el duelo no solo afecta a Mariaje como individuo, sino que amplifica las fisuras ya existentes en su relación con José Manuel. Aunque con muchas dudas, luchará para que el dolor no la consuma por completo, empresa difícil que la vida y las decisiones tomadas en el pasado, se encargarán de complicar aún más.
José Manuel, el marido de Mariaje, podría parecer a primera vista un personaje más contenido, incluso secundario, pero bajo esa aparente simplicidad se esconde una figura que me ha parecido muy interesante en matices. Es un hombre que intenta guardar sus sentimientos y dar todo su apoyo a Mariaje, mientras intenta mirar hacia delante como una forma de protección frente al terremoto emocional que amenaza con desbordarlo. Aramburu evita el error de convertirlo en un estereotipo y, por el contrario, nos lo presenta como alguien profundamente humano, cuya bondad y buenas intenciones no siempre son suficientes para sostener su matrimonio o para reconfortar a Mariaje.. y eso, finalmente, le terminará por pesar demasiado
Aramburu ha vuelto a demostrar un dominio excepcional en la construcción de unos personajes que, con sus virtudes y defectos, sus fortalezas y debilidades, representa una faceta distinta del duelo, el amor y la memoria y que, después de conocerlos, no he podido evitar hacerme preguntas del tipo, ¿qué hacer con las heridas que nunca terminan de sanar? ¿cómo reaccionaría ante una pérdida tan inmensa?
¿Es el niño para ti?
Si eres de los que buscan libros que no solo te cuenten una historia, sino que te inviten a reflexionar, que te reten a sentir y pensar al mismo tiempo, entonces El niño es para ti. Es una novela que se saborea mejor con calma, inmerso en los matices de un duelo que parece tan real que casi puedes tocarlo. Si disfrutas de personajes complejos, relaciones humanas tensas y un estilo narrativo que acaricia más que empuja, Aramburu te está esperando.
Ahora bien, si lo tuyo son las historias trepidantes, los giros argumentales imposibles o los finales que te dejan boquiabierto, tal vez esta novela no sea tu mejor elección. Aquí no hay explosiones narrativas (aunque sí emocionales), ni cliffhangers de serie de Netflix. En cambio, El niño te pide que te sientes, te relajes y te dejes arrastrar por su melancolía y su ritmo pausado. No es un libro fácil, pero si conectas con él, te aseguro que lo recordarás mucho después de cerrar la última página.
Conclusión
El niño no es una novela que grite, sino que susurra, es una de esas obras que se sienten más que se leen. No busca deslumbrar con piruetas narrativas ni con una trama llena de artificios, lo suyo es algo mucho más valiente: la honestidad.
Aramburu nos regala una historia profundamente humana, que cala porque habla de cosas que todos, en algún momento, hemos sentido o temido, la pérdida, el amor que en unos casos se apaga y en otros no y los recuerdos que construyen nuestra identidad. Pero lo hace con una delicadeza y una profundidad que no siempre se encuentran en la literatura actual.
Lo que más me ha conmovido de El niño es su capacidad para convertir lo cotidiano en algo trascendental, para mostrar que en los pequeños gestos, en los silencios y en las grietas de los personajes, habita toda la complejidad de la vida. Es una obra que te pide detenerte, respirar hondo y mirar dentro de ti mismo.
Si algo me ha quedado claro tras leer El niño, es que todavía hay espacio en el mundo para historias que valoran lo lento, lo íntimo y lo profundamente humano. Y, en estos tiempos, eso ya es un pequeño milagro literario.
NOTA: 4,1/5
Fernando Aramburu

Fernando Aramburu (San Sebastián, 1959) es uno de los escritores españoles más destacados de las últimas décadas. Licenciado en Filología Hispánica, su carrera literaria comenzó con un grupo de literatura llamado Cloc en los años 80 y se consolidó con su primera novela, Fuegos con limón (1996). Su obra ha explorado temas profundos como la memoria, el terrorismo y las relaciones humanas, siendo Los peces de la amargura (2006) y Patria (2016) sus títulos más reconocidos. Este último no solo recibió premios como el Francisco Umbral al Libro del Año, sino que fue adaptado con gran éxito a una serie de HBO.
Con un estilo reflexivo y emocional, Aramburu ha combinado narrativa, poesía y ensayo, trazando un camino único en la literatura contemporánea. Desde 2009, tras dejar la docencia en Alemania, se dedica por completo a la escritura. Sus libros, traducidos a numerosos idiomas, han conquistado a lectores de todo el mundo.
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