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Reseña de La Vegetariana de Hang Kang, una revolución silenciosa.

13/01/2025
Portada de la novela La vegetariana de Hang Kang en la que se ve una mujer de espaldas y saliendo de su espalda, de color rojo, ramas de árbol.
Portada de la novela La vegetariana de Hang Kang en la que se ve una mujer de espaldas y saliendo de su espalda, de color rojo, ramas de árbol.
  • Título: La vegetariana
  • Autora: Hang Kang
  • Fecha de publicación: 2007
  • Edición: 2024
  • Editorial: Random House
  • Páginas: 168
Índice

    La vegetariana de Hang Kang o cuando el silencio grita

    La verdad es que no conocía a Han Kang hasta que su nombre apareció en letras doradas junto al Premio Nobel de Literatura y, teniendo en cuenta que ese premio, tan temido y tan amado, de vez en cuando me ha hecho descubrir joyas o autores como Mo Yan y su desbordante imaginación en Sorgo rojo, a Patrick Modiano, quien me invitó a caminar por París siguiendo rastros que sólo existen en la memoria o a Kazuo Ishiguro que, con Nunca me abandones, me rompió el corazón con una elegancia que todavía no le perdono del todo, decidí que no podía ignorar a Han Kang. El Nobel había hablado y yo, nuevamente, convertí su veredicto en una invitación literaria.

    Escogí La vegetariana porque había leído muy buenas críticas, y me topé con una muy grata sorpresa en forma de una historia perturbadora, hipnótica, de una belleza inquietante y de una crudeza muy elegante. Tanto me impactó La vegetariana que no pude resistirme a buscar Actos humanos apenas cerré el libro. Y sí, también me ha parecido una magnífica obra, especialmente por su forma de explorar el dolor colectivo pero, sobre todo, por su prosa que, de una manera elegante y minimalista, como si de un cristal fino se tratara, es capaz de reflectar cientos de matices. Sin embargo, La vegetariana toca un nervio más íntimo, más visceral y, por eso, he decidido centrarme en ella, aunque desde ya te digo que Han Kang es una autora que merece ser leída en toda su extensión.

    Sinopsis

    Todo comienza con una decisión aparentemente trivial, cuando Yeong-hye, una mujer común, con una vida tan discreta como predecible, decide dejar de comer carne tras sufrir, según alega, una serie de inquietantes pesadillas. Su esposo, el primero en notar el cambio, se encuentra desconcertado ante la firmeza de su decisión y, sobre todo, por la forma en que esta comienza a alterar la dinámica de su hogar. Lo que en un principio parece una simple elección dietética, pronto se convierte en el catalizador de un abismo cada vez más profundo entre Yeong-hye, su entorno y la vida en general.

    La novela, dividida en tres partes, nos guía a través de tres perspectivas distintas, en cada una de ellas Hang Kang nos muestra cómo la transformación de Yeong-hye afecta a quienes la rodean. En la primera, es su esposo quien relata el inicio del cambio, describiendo con una mezcla de desconcierto y desaprobación cómo su mujer comienza a apartarse, no solo de la carne, sino de las expectativas sociales y familiares que durante años moldearon su vida. Su decisión, aparentemente inofensiva, provoca reacciones extremas en su familia, que llegan incluso a intentar doblegar su voluntad a la fuerza.

    La segunda parte, vista desde la perspectiva del cuñado de Yeong-hye, toma el relevo para mostrarnos una relación completamente distinta con ella. A diferencia de su esposo, él percibe algo cautivador en su actitud, algo que lo atrae de manera casi obsesiva. A través de encuentros cargados de tensión, Yeong-hye se convierte para él en un enigma y, al mismo tiempo, en una inspiración artística que lo conducirá a cruzar límites éticos y emocionales.

    Finalmente, en la tercera parte, es su hermana mayor, In-hye, quien intenta recoger los pedazos de lo que queda de la familia. A lo largo de esta sección, conocemos más sobre la infancia compartida entre ambas y el peso de las expectativas que siempre cargó In-hye. Su vínculo con Yeong-hye, a pesar de la creciente distancia emocional, le hace replantearse no solo su relación con su hermana, sino también su propio pasado y aquellas decisiones que marcaron su vida.

    A medida que la historia avanza, la transformación de Yeong-hye no se detiene, sino que adquiere formas cada vez más radicales y desconcertantes. Su obsesión por separarse de lo humano y lo mundano le hace rechazar las normas impuestas por su entorno y a buscar una conexión más profunda con algo elemental, primitivo, que ella solo puede describir como «ser un árbol». Este camino la aleja cada vez más de quienes la rodean, dejando tras de sí una rastro de incomprensión, fascinación y dolor. La vegetariana es una historia que explora, con crudeza y sensibilidad, las fracturas invisibles en las relaciones humanas y la lucha de una mujer por reclamar un espacio que el mundo parece negarle.

    Estilo

    El estilo de Han Kang me ha parecido fascinante, una paradoja hecha prosa. Por un lado, es elegante, casi poético, por otro, minimalista, despojado de cualquier adorno innecesario. Sin embargo, cada palabra está cargada de una intención muy concreta. Esa prosa, a la vez sencilla y sofisticada, me atrapó por completo, porque detrás de esa aparente desnudez estilística sentí una fuerza que amplifica lo que no se dice, lo que queda oculto entre los márgenes del texto, esperando ser descubierto por uno mismo.

    La estructura tripartita de La vegetariana me pareció tan bien lograda que terminé deseando que fuera más extensa. Me quedé con la sensación de que este formato daba para profundizar en otros personajes y perspectivas de forma aún más rica. La primera sección, narrada en primera persona por el marido de Yeong-hye, imprime un ritmo rígido, casi claustrofóbico, que encaja perfectamente con su visión del mundo, limitada, egoísta y asfixiante. Esta primera parte establece no solo el conflicto inicial, sino también la sensación de opresión que impregna toda la novela.

    Cuando llegué a la segunda parte, todo cambió. Desde el punto de vista del cuñado de Yeong-hye, la narración pasa a una tercera persona que, sin perder la contención del estilo, se volvió más lírica, casi visceral. Me fue imposible no quedar atrapado por las descripciones artísticas y corporales. Los cuerpos pintados, la marca mongólica, la transformación física de Yeong-hye… todo está impregnado de un erotismo inquietante, casi incómodo, y de una violencia que no necesita ser explicitada para sacudir.

    La tercera parte está narrada desde el punto de vista de la hermana mayor, y aquí el tono cambia completamente. La prosa se vuelve más introspectiva a la vez que tensa, llena de dudas y reflexiones que no solo afectan a la narradora, sino también a nosotros como lectores. A medida que la situación empeora, la novela nos deja con una inquietante sensación de no retorno, pero al mismo tiempo, sentí como si esa fuera exactamente la resolución que necesitaba.

    Por último, algo que también me parece muy destacable del estilo de Kang es su capacidad para convertir el lenguaje en un espejo emocional. Las frases de Yeong-hye, cortas y casi telegráficas, me parecieron como susurros que venían de un lugar más allá del lenguaje, un rincón donde las palabras ya no sirven. En contraste, las narraciones de los otros personajes están llenas de racionalizaciones, de intentos desesperados por darle sentido a un mundo que se viene abajo. Esa tensión entre lo inexpresable y lo estructurado, entre el silencio y el ruido, me ha parecido uno de los pilares del estilo de Kang.

    Personajes

    Yeong-hye, el eje de la historia, es un personaje que desafía cualquier descripción convencional. Su decisión de dejar de comer carne parece, a primera vista, un acto casi trivial, pero pronto se convierte en el motor de su desintegración. Lo que hace a Yeong-hye tan impactante es que nunca llegamos a conocerla del todo, sus acciones, su progresiva retirada del mundo, se narran desde el punto de vista de otros personajes que la observan, la juzgan o intentan manipularla, pero nunca logran comprenderla. En este sentido, Yeong-hye funciona casi como un émulo literario de Bartleby, el escribiente y su «preferiría no hacerlo» que no es un rechazo abierto, sino una forma de resistencia pasiva que desarma a quienes la rodean.

    El esposo de Yeong-hye, que abre la novela como narrador, es un ejemplo casi caricaturesco de banalidad. Es un hombre al que lo que más le gusta de su esposa es su mediocridad, así la ve él. . Su perspectiva utilitaria y superficial hacia Yeong-hye la reduce a la simple función de esposa complaciente y silenciosa. A través de él, Han Kang pone bajo el microscopio la misoginia cotidiana, esa que no necesita gritos ni golpes para ejercer su poder destructivo. La indiferencia de este personaje hacia la crisis de Yeong-hye es, en muchos sentidos, más aterradora que cualquier forma de violencia explícita.

    El cuñado de Yeong-hye, por otro lado, representa una obsesión que roza lo patológico. Es un artista que proyecta sus propias ansiedades y deseos en el cuerpo de Yeong-hye, tratándola no como a una persona, sino como a un lienzo sobre el cual puede «crear» su obra maestra. Su fascinación por Yeong-hye es tan intensa como egoísta, ya que no busca entenderla ni ayudarla, sino consumarla, poseerla en un sentido artístico y sexual. A través de él, Kang explora cómo la objetificación del cuerpo, incluso bajo la apariencia de admiración, puede ser algo terriblemente negativo.

    Finalmente, está In-hye, la hermana de Yeong-hye, quien proporciona la perspectiva más humana y compleja de la novela. In-hye es, en muchos sentidos, el opuesto de su hermana: pragmática, responsable, conformista. Pero a medida que avanza la historia, su aparente fortaleza se revela como una armadura construida para soportar las expectativas sociales y familiares. In-hye no es solo un testigo de la desintegración de su hermana, es también una víctima de las mismas fuerzas que destruyen a Yeong-hye, aunque ella elige enfrentarlas de un modo distinto.

    ¿Es La vegetariana para ti?

    Si tuviera que recomendar La vegetariana, diría que este libro es perfecto para quienes disfrutan de las novelas que desafían al lector. Si te gustan las historias que te sacuden, que te dejan preguntas incómodas y que te invitan a mirar de frente lo más oscuro de nuestra naturaleza, este libro es para ti. Es una novela corta, sí, pero con una profundidad que puede hacer que te sientas un poco mareado (en el buen sentido).

    ¿Te fascinan las obras de autores como Kafka, Yukio Mishima o Virginie Despentes? ¿Te atraen las historias que exploran los límites de lo que significa ser humano, que juegan con lo simbólico, con lo corporal, con lo onírico? Entonces, Han Kang te va a encantar. Además, si disfrutas de una narrativa que no te lo da todo masticado, sino que deja espacio para la interpretación y el debate, aquí encontrarás un festín.

    Por otro lado, si buscas una lectura ligera, algo que puedas disfrutar con una taza de té y una sonrisa en la cara, mejor déjalo para otro día. Este no es un libro que te reconforta, mas bien, es un libro que te pone incómodo y te hace fruncir el ceño. Tampoco es para quienes necesitan personajes fáciles de querer o una trama tradicional con principios y finales bien atados. Aquí no hay héroes ni villanos, solo personas rotas intentando lidiar con un mundo que también está roto.

    Y, por supuesto, si te desagrada lo simbólico o lo ambiguo, quizás te frustres. La vegetariana es una novela que no se molesta en explicar todo, puesto que deja mucho al aire, para que tú, como lector, completes los espacios. A mí, personalmente, me parece fascinante, pero entiendo que no es del gusto de todos.

    Conclusión

    Han Kang me desarmó. Esa es la verdad. La vegetariana no es una novela que se lee, es una que te atraviesa, que te fuerza a quedarte mirando, aunque quieras apartar la mirada. Mientras la leía, me vi solo, navegando a la deriva en un mar de emociones contradictorias, entre el asombro y el desasosiego, como si alguien me hubiera despojado de mis certezas y me retara a encontrarme en los fragmentos de esta historia tan brutal y, a la vez, tan hermosa.

    Me resultó casi imposible no pensar en Kafka mientras leía esta obra. No solo porque la novela tiene ese aire kafkiano de incomodidad y absurdidad, sino porque, como en los relatos de Kafka, hay una transformación que es tan física como espiritual. Pero aquí no hay una cucaracha, sino una mujer que se convierte, poco a poco, en otra cosa, sea lo que sea, pero algo que la ayude a escapar de su vida. ¿Es realmente locura lo que vemos en Yeong-hye o es, en cierto sentido, un acto de resistencia? Esa pregunta me persiguió durante días.

    No es una lectura fácil, ni debería serlo, ya que este libro es un ataque directo al conformismo, a las estructuras rígidas de género y a la opresión disfrazada de normalidad. Me hizo pensar en cómo, incluso sin darnos cuenta, perpetuamos esas mismas estructuras. Y ahí está lo más doloroso: Yeong-hye no necesita que la «salven», necesita que la dejen ser, que respeten su individualidad. Pero nadie lo hace, y eso la lleva a una espiral descendente que es tan trágica como inevitable.

    Cuando terminé La vegetariana, me quedé mirando la portada durante un buen rato. Es una imagen curiosa y llamativa pero que, después de leer la novela, adquiere un matiz muy perturbador. Me pregunto si alguna vez podré volver a verla sin pensar en Yeong-hye, en su lucha silenciosa, en su transformación. Lo dudo. Este es un libro que no se olvida, que te deja marcado.

    Y sí, Han Kang me desarmó por completo.

    NOTA:4,6/5

    Hang Kang

    imagen frontal de la escritora Hang Kang

    Han Kang (Gwangju, Corea del Sur, 1970) es una de las voces más destacadas de la literatura contemporánea surcoreana. Su prosa, conocida por su lirismo poético y su capacidad para indagar en los sentimientos más complejos, la ha convertido en una autora reconocida tanto en su país como en el ámbito internacional.

    Su historia literaria comenzó en 1993 con un poema titulado El invierno de Seúl. Aunque no se quedó ahí, ya que dos años después, con su primer libro de narrativa, El amor en Yeosu, ya dio muestras de lo que era capaz con su estilo tan preciso y lleno de profundidad. Eso sí, su salto a la fama mundial llegó de la mano de La vegetariana, con la que hizo historia en 2016 al convertirse en la primera obra escrita en coreano que ganó el Premio Man Booker Internacional.

    A lo largo de su carrera Hang Kang ha escrito ocho novelas y cuatro recopilaciones de cuentos, explorando temas como la alienación, el trauma y esa conexión tan extraña y fascinante entre el cuerpo y la identidad. Si quieres adentrarte en su universo, títulos como el reseñado, Actos humanos, La clase de griego o Imposible decir adiós son paradas obligatorias.

    En 2024, Han Kang recibió el Premio Nobel de Literatura, un reconocimiento que no solo la convirtió en la primera coreana en obtenerlo, sino también en la primera mujer asiática galardonada, y una figura imprescindible en la literatura universal.

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