

- TÍTULO: Los ojos de Mona
- AUTOR: Thomas Schlesser
- AÑO DE PUBLICACIÓN: 2024
- EDITORIAL: Lumen
- NÚMERO DE PÁGINAS: 512
Los ojos de Mona, un viaje por la vida y los museos de París
Cuando empecé a leer «Los ojos de Mona» de Thomas Schlesser, pensé que me encontraría con una de esas historias conmovedoras y profundas que te invitan a reflexionar sobre la vida y el universo. Y no me equivoqué… pero también me encontré con mucho, muchísimo más de lo esperado, una novela que profundiza en el arte de una forma tan rica y fascinante que, honestamente, consiguió que me replanteara mis planes de vacaciones: ¿París, museos, y un abuelo sabio? Ya me veía con una boina parisina, una pañuelo rojo anudado al cuello, un baguette en una mano, un croissant en la otra y preguntándole al guía del Louvre si tiene algún abuelo disponible para una charla profunda sobre la vida. Pero bueno, como diría Hannibal Lecter, vayamos por partes.
La historia de Mona
Todo empieza con Mona, una niña parisina normal y corriente que un buen día pierde la vista por unos minutos. A partir de ese incidente se le practican una pruebas que dictaminan que a la pequeña Mona le quedan tan solo 52 semanas para perder la vista. Imagina, 52 semanas para despedirte del mundo tal y como lo conoces. En ese punto me pregunte qué haría si supiera que solo me quedan 52 semanas para ver la luz del sol. Pues probablemente me pondría a llorar y a googlear como un loco en busca de tratamientos experimentales. Pero Mona no, y además, tiene un abuelo maravilloso que se llama Henry.
Henry, el abuelo perfecto
Henry es el tipo de abuelo que a todos nos hubiera gustado tener, aunque de este modo tuvieramos uno más de la cuenta. Culto, sensible, comprensivo, y con una habilidad sobrenatural para convertir una situación devastadora en una aventura educativa. Mientras los médicos sugieren que Mona debería ver a un psicólogo (lo cual, por cierto, no parece una mala idea dada su situación), Henry tiene un plan mucho más creativo: visitar un museo de París cada semana, contemplar una obra de arte, y luego discutirla en profundidad con Mona.
A lo largo de estas 52 semanas de cuenta atrás, Henry y Mona observarán, profundizarán y debatirán sobre obras de Botticelli, Vermeer, Goya, Frida Kahlo, Basquiat, Miguel Ángel, Da Vinci, Maria Abramović, Monet, y otros tantos genios que ni sabía que existían y ahora siento una necesidad urgente de conocer. No se trata de una simple visita guiada con una voz monótona que nos cuenta datos aburridos. En absoluto, Henry convierte cada obra de arte en una clase magistral sobre la vida, la belleza, y cómo ver más allá de lo evidente, algo que Mona, irónicamente, tendrá que aprender a hacer más rápido de lo que pensaba.
Cuando el arte se convierte en un refugio
Mientras Mona y Henry disfrutan y apreden mutuamente en su odisea artística, en casa las cosas no están resultando nada sencillas. Sus padres se encuentran lidiando con su propia tormenta: su padre, que intenta mantener a flote su tienda de antigüedades mientras se refugia en el alcohol, y su madre, que trata de sostener todo sin derrumbarse. Una dosis de veracidad familiar que añade un mayor realismo y dramatismo a la trama, porque, seamos honestos, la vida no es siempre un paseo por un museo. Por momentos las cosas parecen desmoronarse, y es ahí cuando el arte y las enseñanzas de Henry se convierten en el refugio perfecto para Mona, quien aprende que, aunque todo a su alrededor se derrumbe, siempre puede encontrar consuelo en la belleza y el mensaje del arte.
52 semanas, 52 capítulo y una lección de vida
La estructura de la novela es bastante simple: 52 capítulos para 52 semanas, y en cada uno de ellos, una nueva lección, un nuevo museo, una nueva obra de arte. Al principio, pensé que podría resultar algo repetitivo, pero Schlesser logra que cada capítulo se sienta único, fresco, y, sobre todo, lleno de reflexión y enseñanzas. En este aspecto me ha recordado un poco al «El mundo de Sofía», pero en lugar de una clase de filosofía, obtienes un curso intensivo sobre arte y cómo no rendirse ante las adversidades. No se trata solo de conocer artistas famosos, se trata de entender cómo sus obras nos hablan, nos enseñan y nos ayudan a encontrar sentido en esos momentos en los que nada parece tenerlo. Y claro, mientras Mona y Henry analizan un cuadro de Monet, discuten la osadía de Basquiat, o se pierden en la serenidad de un Botticelli, también nos enseñan a nosotros, los lectores, a mirar más allá de la superficie, a ver lo que realmente importa, y a encontrar la belleza incluso en los momentos más oscuros.
Un estilo simple, elegante y cargado de emociones
La prosa de Schlesser es clara y precisa, evitando florituras innecesarias pero sin perder ni un ápice de belleza. No se trata de esas novelas en las que tienes que releer una frase tres veces para entender lo que el autor quería decir, aquí, cada palabra parece estar cuidadosamente seleccionada para que fluya de forma natural y te acompañe de la mano a través de la historia. A lo largo de la novela, Schlesser utiliza una narración en tercera persona omnisciente, que permite que nos adentremos en los pensamientos y emociones de los personajes, que son el verdadero corazón de la historia.
Mona, con su inocencia y su espíritu curioso, se convierte en un símbolo de resistencia y superación, mientras que Henry, el abuelo, es la encarnación del amor y la sabiduría, siempre listo para convertir la adversidad en oportunidades de aprendizaje. Cada uno de ellos tiene sus propias luchas, anhelos y frustraciones, unos aspectos que los convierten en personajes muy cercanos y reales. Me ha gustado mucho tanto las descripciones como las explicaciones de las obras de arte, ya que el autor no solo captura la apariencia de las pinturas, sino también la emoción y el significado detrás de cada pincelada, permitiendo que apreciemos la historia y el arte desde una perspectiva nueva y refrescante.
Conclusión
«Los ojos de Mona» es una auténtica lección de vida, en la que Schlesser no solo nos enseña sobre pintores y sus obras, sino que nos hace reflexionar sobre nuestras propias vidas, nuestras relaciones, y cómo afrontamos los momentos difíciles. Es una historia que, a través de una relación entrañable entre abuelo y nieta, nos muestra que el arte puede ser un refugio, una fuente de inspiración, y una forma de encontrar luz incluso cuando todo parece perdido. Si te gustan las historias que te tocan el corazón, que te educan sin hacerte sentir como en clase, y que te dejan una marca profunda, «Los ojos de Mona» es una lectura obligatoria.
Lo cierto, es que esta novela me dejó pensando y valorando todo lo que tengo, y eso, creo que es exactamente lo que Schlesser quería. Sin duda alguna, se trata de una novela totalmente recomendable, aunque te advierto: después de leerla, podrías sentir la necesidad de visitar París, adoptar a un abuelo tan sabio y comprensivo como Henry y empezar a ver el mundo desde otra perspectiva. Y ahora, si me disculpan, tengo una boina y un croissant que me esperan…
NOTA: 4/5
Thomas Schlesser

Thomas Schlesser es un historiador del arte, nacido en París en 1977, que ha decidido que, además de enseñarnos a través de ensayos y conferencias, también es capaz de llegar hasta nuestro corazón con una buena historia. Schlesser, además de escribir, dirige la Fundación Hartung-Bergman y da clases en la Escuela Politécnica de París. «Los ojos de Mona» es su segundo libro, con el que parece pretender que los simples mortales como yo aprendamos algo mientras lloramos en silencio por Mona, la protagonista. Ya es su segunda novela, y parece que va en serio con esto de hacernos sentir cosas mientras nos educa, porque «Los ojos de Mona» ha sido un auténtico exitazo editorial.
Aviso
Este artículo contiene enlaces de afiliados. Si realizas un compra a través de ellos, «Voces de Libros» recibe una pequeña comisión sin coste adicional para ti. Esto me ayuda a seguir creando contenido. ¡Gracias por tu apoyo!